lunes, 10 de agosto de 2015

Después del Día del Niño

"Provocación, llama Juan Carlos Gacitúa, el director del Centro, al primer golpe. Pero no basta quedarse ahí. Me lleva a la exposición que organizó con mi amiga Carola Venegas, que ahora está de seremi de Energía, sobre la historia de los científicos que fueron estudiando la energía eléctrica..."
No tuve nunca un Día del Niño, igual, aplaudo a los padres que celebraron a sus hijos. Algunos, en Biobío se asomaron al Cicat, el Centro Interactivo de la Universidad de Concepción, en Coronel.

Entraron a un espacio luminoso donde simularon una visita al supermercado. Un juego luego les mostró cuánto ejercicio tendrían que hacer para gastar las calorías que habían comprado.

Provocación, llama Juan Carlos Gacitúa, el director del Centro, al primer golpe. Pero no basta quedarse ahí. Me lleva a la exposición que organizó con mi amiga Carola Venegas, que ahora está de seremi de Energía, sobre la historia de los científicos que fueron estudiando la energía eléctrica. Provocación.

Muevo una manivela. Hilos de cobre rozan el cilindro que hago girar. Los alambritos transportan electrones hacia un martillo que repica una campanilla. Y viene la explicación para que yo entienda. De la provocación a la explicación.

Alrededor, hablan experimentos magníficos: por ejemplo, con fuerza consigo impulsar un generador que enciende una ampolleta corriente, pero cuando quiero encender una luz led, no me cuesta empujar el generador. El cuerpo comprueba el concepto.

Lo mejor fue entrar a la nave espacial. Según Juan Carlos, el director, a algunos niños ya no les impresiona, han entrado tantas veces.

Es mi primera vez; una pantalla-ventana muestra mi despegue desde Coronel, desde Concepción, el mar, el continente, el planeta... y sigue el zoom out hacia el universo. Cortito viaje, cósmico. Una provocación. Un guía explica las cosas y luego me invita a una caminata espacial. Aquí vino lo más escalofriante.

Se abre una puerta hacia un espacio oscurísimo iluminado con luz negra, algunas estrellas titilan a lo lejos. Uno avanza y, ¡oh!, se hunde 60 cm en una esponja. Doy pasos en la espuma, una sensación nueva, única, que retarda el movimiento y recuerda las películas donde los astronautas flotan sin brusquedades.

Provocación, explicación. Juan Carlos dice que después de esas etapas conversan con los niños. Y cierran la relación asegurándose de que el juego adquiera un significado.

Buscan llevar experimentos por las 54 comunas de la Región. Conocí a profesoras y profesores de Yungay, Los Ángeles, Chillán Viejo, Tucapel y más, que participan en el programa Explora punceteando así a sus alumnos con el descubrir.

Juana Verónica Torrejón, de Concepción, me cuenta cómo sigue a los chicos y chicas que comenzaron en sus clubes de ciencia y hoy trabajan en investigación. Elabora su tesis de posgrado para mostrar hasta dónde los llevaron, años después, estas experiencias.

La profesora Viviana Almendras, de Yungay, cuenta del éxito de una conferencia de un experto en murciélagos. Me puedo imaginar a sus niños boquiabiertos. La miro: ella vibra, orgullosa de contar.

Tal vez, vibrante como los papás y mamás, abuelos y abuelas que ayer dedicaron tiempo para instalar a sus niños y niñas ante el descubrir.

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