domingo, 30 de agosto de 2015

DICTADURA DEzL RELATIVISMO

Al final siempre se llega al meollo. Aunque le costó decirlo, para la Dra. Helia Molina, que fue ministra de Salud del actual gobierno, los derechos de la mujer a disponer del ser que está en el vientre materno están por sobre el derecho a la vida del ser ya concebido. En esa lógica, que no es la de la inmensa mayoría de los chilenos y chilenas, la discusión sobre el proyecto de ley de aborto no tiene casi sentido y tampoco argumentar con el principio del doble efecto, y menos con el principio de la ética universal de que no se puede hacer un mal para que venga un bien.

Si se justifica que una persona tenga derecho, aunque sea en casos extremos, a disponer de la vida de otra, entonces también se encuentran razones para justificar otros atropellos a los derechos humanos, que el mundo y nosotros hemos conocido. El rechazar de esta manera el valor de una vida humana pone a sus defensores en un zapato chino, porque al final no hay una razón, sino la subjetividad de la personal determinación para obrar así. Pensando y razonando de esta manera, llegamos, quiérase o no, a la dictadura del relativismo, porque no hay nada seguro, ni verdad posible en esto, y muy posiblemente en nada. Seguir esa lógica, sin siquiera una racionalidad mínima, es encaminarse a atropellos más graves de los derechos de las personas como, por ejemplo, la eutanasia, es decir, acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, aceleran su muerte con su consentimiento o sin él.

Estas opiniones vertidas en televisión nos muestran, una vez más, la distancia entre nuestra clase político-ideológica y el pueblo de Chile. Aquí está la verdadera fractura de corte antropológico: concepciones encontradas acerca de lo que es la persona humana, la vida en familia y sociedad, la educación de los hijos, etcétera. No basta una mayoría del momento para cambiar los fundamentos esenciales de una nación.

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