lunes, 17 de agosto de 2015

EL VERDADERO " CUENTO DEL TÍO "

Joe Black Según Wikipedia (sitio en el que no confío demasiado pero que sirve como base) el llamado "cuento del tío" es: "el nombre que recibe en Sudamérica (principalmente Argentina, Uruguay, Chile y Bolivia) un tipo de estafa en la que se aprovecha de la confianza y ambición de las personas por obtener grandes beneficios fácilmente. El cuento del tío tiene muchas variantes; sin embargo, la esencia es la misma: aprovecharse de la inocencia y codicia de la víctima, y una gran capacidad del estafador de actuar y contar una historia creíble".

El "cuento del tío" se origina en la historia de un hombre que supuestamente ha recibido una millonaria herencia de un tío lejano, pero que no tiene dinero para viajar a cobrarla. Entonces ofrece a algún conocido que le preste la suma necesaria para ir a hacer el trámite, prometiéndole que a la vuelta le devolverá dos, tres o más veces el monto. Obviamente, el estafador desaparecía para siempre o daba eternas excusas para nunca pagar. Se cuenta que a principios de 1900, el gobierno italiano publicó un instructivo para evitar que sus ciudadanos que emigraban a Argentina siguieran siendo embaucados con esa práctica.

El "cuento del tío" tiene un parecido casi fraternal con el "Pepito paga doble" que se practica tan a menudo en las veredas de nuestras ciudades. En ambos, los tres elementos fundamentales del asunto son la codicia, el engaño y el talento del timador.

Pues bien, ¿qué diablos tienen que ver el "cuento del tío" y el "Pepito paga doble" con lo que le ocurrió el jueves a una familia de Lo Barnechea, que vivió lo que se siente ante el secuestro de un hijo (el papá iba en camino a entregar el dinero del rescate cuando se enteró de que su hijo estaba fuera de peligro)?

No mucho.

Yo estoy de acuerdo en llamarle "cuento del tío" a esa práctica en que a uno lo llamaban para decirle que se había ganado un premio y que tenía que ir a comprar unas tarjetas telefónicas, o ir a un supermercado a hacer unas compras, o tonterías así. Eso era ingenuidad combinada con codicia e ignorancia. Y no tengo problemas en que todos nos burlemos un poco de eso. También de los que juegan al "Pepito paga doble" en la cuneta y se ponen turnios viendo "con esta me gana, con esta pierde".

Pero otra cosa es reírse de la gente que cae en una trampa por temor a que le hagan daño a un ser querido.

Creo firmemente que quienes se burlaron del universitario de Lo Barnechea, poniendo sobre él, la víctima, todo el peso de la barbaridad que hicieron delincuentes que hoy disfrutan del botín (y capaz que tuiteen ridiculizando al muchacho), son tan fatuos como los que culpan a las mujeres que usan minifalda de que existan violadores en el mundo.

Para peor, el tema se politizó. La gente que trabaja en el gobierno sintió que los que le daban importancia al tema del "secuestro virtual" lo que querían era cuestionar a La Moneda, como si todo en la vida fuese política. De hecho, un amigo que trabaja en Palacio me comentó que encontraba insólito que por la torpeza de un cabro se haya tenido que movilizar una tremenda cantidad de recursos materiales y humanos. "Pero ojo con salir a pontificar sobre cometer torpezas, compadre", le dije yo. Y, claro, se molestó.

Pero qué le vamos a hacer. A veces, como hoy en esta columna, uno no está para bromas. Me disculpo por eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario