martes, 18 de agosto de 2015

LA FELICIDAD

Dado que la felicidad es nuestro gran deseo, el ansia más fundamental, aquella aspiración a la que no podemos renunciar, nadie se resigna a no alcanzarla...

De un modo quizás intuitivo, pienso que la felicidad de una persona tiene que ver con una cierta conformidad fundamental en relación con su propia historia. El hombre feliz es el que acepta y ama su propia biografía, aunque en esa trayectoria vital conviva con muchos desaciertos y errores. Ser feliz supone quererse genuinamente a sí mismo, pese a que ese sí mismo, por ejemplo, no luzca ni aparezca tan resplandeciente como el del prójimo.

Dado que la felicidad es nuestro gran deseo, el ansia más fundamental, aquella aspiración a la que no podemos renunciar, nadie se resigna a no alcanzarla. Ahora bien, para lograr esta dicha es imprescindible tener un acuerdo interior con lo que somos, es decir, es un aspecto esencial el coincidir y concluir estando en paz con uno mismo. Sin esta paz interior, sin esta armonía y reconciliación de la conciencia y del corazón, la auténtica felicidad no es más que una quimera, una ilusión que acabará desvaneciéndose en el aire.

La alegría grande y espiritual, por tanto, da cuenta de un trabajo profundo respecto de lo más íntimo de cada hombre. Es en esa interioridad donde se forja, finalmente, esa concordia tan anhelada por cada sujeto; el espejo bueno y fiel de su ser, de su hacer y de su querer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario