La noche fue dejando caer su manto negro y la luna y las estrellas adornaron el cielo con sus brillos resplandecientes y sus simpáticos guiños.
El mar calmado rugía suave, solo musitaba música que al pintor hacía sentir, emociones y sensaciones incalculables.
Allí, sentado en su hamaca, a la orilla del mar, las olas que iban y venían mojaban traviesas sus pies. Mañana, plasmaría toda aquella belleza en su lienzo, bordaría con pinceladas cada ola que cantaban sus quejidos. Bordaría con empaste a golpe de paleta cada movimiento de las barquitas zozobrando en la inmensidad del inmenso mar.
Las estrellas de doradas lágrimas cubrían el negro cielo y la luna sería protagonista de su obra de arte.
Y otra noche más la sirena envuelta en espuma blanca, rodeada de delfines y caballitos de mar, danzaría su espectacular baile al son de las olas cantarínas.
El pintor sentado a la orilla seguía captando imágenes en sus pupilas para crear al amanecer aquella maravilla con sus pinceles y paletas de colores.
Y de nuevo, como cada noche, el pintor se despojó de su vestimenta y se adentró en las espumosas aguas de la mano de la bella sirena y se fundieron en un hermoso vals donde con la luna , las estrellas y las olas configuraron un escenario digno del más hermoso cuadro que sin duda llevaría su firma. Maricarmen.
jueves, 13 de octubre de 2016
EL PINTOR Y EL MAR
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario