miércoles, 19 de octubre de 2016

CHILENOS CREYENTES Y NO CREYENTE.


La diputada Camila Vallejo anuncia una solicitud para que constitucionalmente no se permita usar alguna formulación religiosa al inaugurar sesiones del Senado y la Cámara de Diputados. Argumenta diciendo que la tradición viva, de ya doscientos años, no es compatible con el respeto a la pluralidad de concepciones filosóficas en Chile. En efecto, numerosos compatriotas se declaran agnósticos o ateos. Pero también es evidente que la gran mayoría de los chilenos creen en la existencia de Dios.

Además, puesto que la señora Vallejo es diputada comunista, procede rememorar que, siguiendo una sostenida tradición comunista, algunos dirigentes, y no pocos militantes, han sido y son creyentes en que hay un Dios actuante en la historia. Por mi parte, conozco jefes de los bailes religiosos que pertenecen al mismo partido que la diputada.

Agrego dos anotaciones: la destacada secretaria general del Partido Comunista Gladys Marín fue genuina y ferviente peregrina al santuario mariano de Andacollo. Otro caso es Violeta Parra. Ella fue militante del Partido Comunista; sin embargo, en una ocasión gritó que solo era "militante de Dios". Incluso he escuchado decir a algunos correligionarios de la diputada Vallejo que "el mejor defensor de los pobres es Dios". Además, todos los diputados comunistas, en más de alguna ocasión, con cierta solemnidad, votaron en pro de decisiones que implicaron un firme respeto institucional y público a chilenos que creen y viven como cristianos. Nótese que no me refiero solo a los católicos. Con gratitud, incluyo a todas las iglesias evangélicas. Y también incluyo a todos los judíos creyentes, y en una visión más comprensiva, tampoco se debiera excluir a los no tan numerosos creyentes del islam tolerante.

La ocasión para estas líneas es la recia y bellísima nueva declaración de los 22 mineros rescatados de aquella fatídica mina en Copiapó. En su documento ellos reiteran su visión teocéntrica de la historia vital y cotidiana. Terminan ellos con lo que también es un grito de chilenía: "Que Dios bendiga por siempre nuestra solidaridad", en nuestra patria.

P. Joaquín Alliende L.

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