martes, 11 de octubre de 2016

CLAVELITOS CON AMOR


En los tiempos de mi lejana infancia se acostumbraba que, en el Día de las Madres, los niños de las escuelas municipales asistiéramos a misa todos vestidos de blanco. Además, cada uno de nosotros llevaría prendido al pecho un clavelito rojo, si nuestra madre estaba viva, o blanco, si ella ya era muerta. Me parece estar viendo a los niños huérfanos orando tristemente ante la tumba de sus madres, mientras yo, luciendo mi clavel rojo, caminaba orgulloso junto a la señora Elvirita… Hoy, mi lindo clavelito carmesí, se ha tornado blanco.

MADRE

Doquiera estés ahora, madre mía,
deseo que tu estancia sea hermosa
y, conserves la luz maravillosa,
que en tus ojos brillaba cada día.

Tú fuiste la ilusión del alma mía,
de mi jardín la más preciada rosa;
la mano que ofrecía bondadosa:
amor, ternura, dicha y alegría.

Tú fuiste para mí, la más bonita,
el más dulce entre todos los dulzores;
de todas las mujeres la más guapa.

Por eso, año tras año, madrecita,
  en tu honor luciré de mil amores...
un clavelito blanco en la solapa.

Una lágrima escapa
de mis ojos cansados de extrañarte,
cada vez que me da por recordarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario