martes, 8 de septiembre de 2015

NIÑO SIRIO.

¿Quién no se ha conmovido al ver al pequeño sirio ahogado en una playa de Turquía cuando huía con su familia? ¿Qué importa si era sunita, alauita o cristiano? Era un niño. El mundo se conmueve también al ver el sufrimiento de los refugiados que huyen de la cruel guerra en Siria. Son tres millones. Están en Jordania, en Turquía y en el Líbano, y ahora comienzan a avanzar sobre Europa como una marea incontenible. Y los ricos se alarman. No es para menos. ¿Y quién se acuerda de los 300 mil muertos?

Por ello es urgente lograr la paz en Siria y en Irak, seguida de un proceso de reconstrucción que permita el regreso de los refugiados a sus hogares. No hay otra tarea más urgente en el plano internacional.

Pienso que la clave está en Washington, que con su CIA y sus aliados en el Medio Oriente apoyaron la revuelta en Siria (además de permitir el crecimiento del Estado Islámico) con los resultados catastróficos que conocemos, que deberá presionar a Teherán, que financia y apoya al Presidente Al Assad, el otro bando en lucha. Y esto solo será posible si Europa y América Latina (la rebelión en el patio trasero) presionan lo suficiente a nuestros amigos norteamericanos.

Fernando Orrego V.

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