domingo, 6 de marzo de 2016

LA NUEVA CRISIS DEL GOBIERNO.

En varias ocasiones, en este mismo espacio dijimos que con las reformas del Gobierno nuestro país no solo retrocedió en equidad social sino que además está en peligro de perder el camino avanzado hacia el desarrollo. Quienes creyeron que esta era una crítica exagerada de una opositora o la simple defensa de un modelo económico, se llevaron una gran sorpresa el domingo pasado cuando un grupo de ex ministros y militantes de la DC publicó una carta en la que le piden a su propio Gobierno “una profunda corrección de rumbo”.
Los ex ministros DC, Mariana Aylwin, Eduardo Aninat, Pedro García, Hugo Lavados, entre otros, dicen textualmente: “Hoy percibimos que, en lugar de seguir avanzando, lo conseguido con mucho esfuerzo está en riesgo de perderse por un diagnóstico errado y un mal diseño de políticas públicas”. Y sobre las reformas declaran: “Como la mayoría de los chilenos, no estamos dispuestos a cualquier reforma que pudiera descarrilar el crecimiento y echar por la borda lo ya logrado. No estamos conformes con las que se están implementando, ni en contenidos ni en procedimientos, y hacemos un llamado a reorientar la mirada de quienes en el Gobierno han preferido el apresuramiento a la calidad, y el Estado por sobre los organismos intermedios y las personas”.
Si la gestión del Gobierno es aprobada tan sólo por el 24% de los chilenos, ¿por qué insiste en continuar con su equivocado programa? Posiblemente, la respuesta se encuentre en la influencia de un sector de extrema izquierda que, lejos de rectificar el rumbo, desea profundizar el reformismo refundacional porque cree firmemente en que "hay que destruir los cimientos anquilosados del modelo neoliberal”.
Es la misma izquierda que admira abierta o secretamente a la dictadura cubana, al chavismo venezolano y a los populismos antidemocráticos. Son los que desprecian los últimos 25 años de progreso protagonizados por los gobiernos de la Concertación y por el anterior gobierno de centroderecha. A pesar de su juventud rechazan el diálogo para llegar acuerdos amplios porque, como la vieja guardia, quieren “avanzar sin transar”. Para ellos la legitimidad de una democracia depende de cuánta acogida tenga en ella su ideología. Y todo extremismo acusa al detractor de desleal o servil con la élite y los poderosos.
Precisamente, es el dogmatismo de esta extrema izquierda la que le impide aceptar y comprender la razón del rechazo ciudadano a sus medidas. Los motivos de esta desaprobación podrán estar en una mala comunicación, en las instituciones, en la Constitución, en la prensa o hasta en una supuesta incapacidad de comprensión de la gente, pero jamás admitirá que el problema pueda estar en sus propias ideas porque, tal como dijo la Presidenta Bachelet, "muchas veces la gente se enamora de sus ideas, pero esas ideas no funcionan".
Es muy difícil que exista “una profunda corrección de rumbo” en el Gobierno como lo piden los ex ministros DC. Tal rectificación requeriría de una enorme dosis de humildad, renuncias y realismo. Probablemente el Ejecutivo continuará imponiendo a cualquier precio su programa y mantendrá porfiadamente sus malas reformas. Ello significará que cada día más hombres y mujeres se sumarán a la verdadera Nueva Mayoría que está integrada no sólo por la oposición, y ahora por destacados líderes DC, sino principalmente por más del 50% de los chilenos que, según todas las encuestas, rechazaron y con toda seguridad continuarán rechazando las reformas y la deficiente gestión de Bachelet.

MAGDALENA PIÑERA.
Profesora.

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