sábado, 16 de abril de 2016

LAGOS EL LEON HERBIVORO

Cuando era gobernante, Lagos solía decir en el extranjero cosas potentes que por alguna razón evitaba decir aquí en Chile. Los periodistas morían de envidia cuando veían a Lagos respondiendo en El País de España las cosas que ellos hubiesen querido preguntarle acá...".

Joe Black

Cuando era gobernante, Lagos solía decir en el extranjero cosas potentes que por alguna razón evitaba decir aquí en Chile. Los periodistas morían de envidia cuando veían a Lagos respondiendo en El País de España las cosas que ellos hubiesen querido preguntarle acá.

Ahora lo hizo de nuevo. En La Nación de Argentina dio una extensa entrevista en que por primera vez lo sentí de verdad haciéndole el quite a la posibilidad de volver a ser candidato presidencial.

Esto es lo que dijo: "Me gustaría pensar que hay otras posibilidades para la Nueva Mayoría, porque yo tengo 78 años y creo que es una cantidad de años suficiente como para empezar una aventura de este tipo. Alguien me dijo que cuatro años es menos que seis, pero no es el caso. Le reconozco que es un tema que me pone incómodo".

Un buen amigo mío lo definió de este modo el viernes: "Lagos se convirtió en un león herbívoro; quizás le queden el instinto y el recuerdo de las ganas de comer carne, pero ya no tiene dientes". Y yo tiendo a encontrarle razón. Cada día que pasa lo veo más lejos de la papeleta.

Y así las cosas, ¿qué hay con el resto de la fauna política del país?

Bueno, creo que ME-O se asemeja a un perro mojado, todavía ladra un poco, pero anda más agachado, tímido, con la cola entre las piernas, y por más que se sacuda de un lado para otro, tratando de salpicar a otros lo que le cayó a él, sigue igual de húmedo.

A Piñera lo veo como a un león enjaulado. Se muere de ganas de salir a comer, a morder, a rugir, pero sabe que tiene que esperar, que si se asoma antes de tiempo, lo puede terminar aplastando la manada de antílopes que ronda la política por estos días. Y eso le provoca claustrofobia y lo enloquece. No me gustaría tenerlo de room mate por estos días.

Isabel Allende es como un koala. Parece adormecida, observando desde la rama de un árbol cómo pasan los días, uno por uno, desde el amanecer hasta el ocaso. Uno no sabe si se aburre ejerciendo la actividad política, si está solo parapetada en tenida de camuflaje esperando el momento para sacarse el disfraz y convertise en pantera, o si simplemente es así, contemplativa. Porque no la veo haciendo nada por salir a cazar votos.

Cote Ossandón es como un pájaro carpintero. Es colorido, ágil, incisivo, mete harta bulla, pero por ahora solo come pequeños insectos y lombrices. Y parece estar picoteando un solo árbol, al que aún no logra hacerle mucha mella.

Andrés Velasco también es un león. Pero es Alex, el león de la película de Madagascar, que vivía en el zoológico del Central Park en Nueva York, donde reinaba y era el más popular, pero que termina en la selva africana donde la cosa es harto más ruda. No puedo dejar de ver a Velasco como un presidenciable de invernadero, un animal político criado en cautiverio y sin la capacidad de desenvolverse en la verdadera jungla de la política.

No veo mucho más que eso todavía en nuestra fauna. Sé que luego aparecerán las aves de rapiña, las hienas, los elefantes en la cristalería, las ratas y los picaflores, que solo compiten para probar sabores nuevos y, obviamente, por vanidad.

En una próxima columna les hablaré de la flora electoral. Donde hay varias especies que se preparan también para la carrera.

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