sábado, 30 de abril de 2016

DETENER EL MATONAJE

Las víctimas de bullying son individuos expuestos en forma repetida e intencionada al daño provocado por otro, a partir del contacto violento, insultos, exclusión, o comunicación de información privada o incorrecta. De ahí que ese fenómeno social emerja en situaciones caracterizadas por la falta de equilibrio de poder y la necesidad de demostrar el estatus dentro de un determinado grupo...
Los esfuerzos de políticas públicas llevados a cabo en el mundo desarrollado para combatir el bullying o matonaje contrastan con la situación observada en Chile. Países como Finlandia, Corea del Sur, Estados Unidos, entre otros, despliegan ambiciosas políticas públicas para erradicar todo vestigio de una cultura del matonaje, que incluye desde el uso de sobrenombres hasta la violencia física, pasando por la naturalidad en el uso de improperios y garabatos al momento de referirse a otra persona.

Las víctimas de bullying son individuos expuestos en forma repetida e intencionada al daño provocado por otro, a partir del contacto violento, insultos, exclusión, o comunicación de información privada o incorrecta. De ahí que ese fenómeno social emerja en situaciones caracterizadas por la falta de equilibrio de poder y la necesidad de demostrar el estatus dentro de un determinado grupo. Y los colegios ofrecen las condiciones ideales para que surja ese negativo comportamiento social.

En los Estados Unidos, más de 160 mil estudiantes declaran no asistir al colegio cada día por el miedo a ser víctimas de matonaje. En Chile, por su parte, el Estudio Internacional de Tendencias en Matemática y Ciencias del 2012 concluyó que el 62% de los escolares de cuarto básico reportaba ser víctima de matonaje. Y Unicef registró ya hace una década altos niveles de violencia escolar en el país: 42% de niñas y 50% de niños con edades entre los 13 y 15 años declaraban haber sido víctimas de matonaje.

La situación requiere atención. El matonaje representa un comportamiento social funesto que acarrea trastornos a las víctimas, pero también al grupo, con efectos negativos para todas las partes, incluidos -en el mediano y largo plazo- los agresores.

Las experiencias internacionales más exitosas en el combate del matonaje escolar pasan por cambios culturales dentro de la sala de clases. En estas, el papel de la comunidad, particularmente de los observadores del comportamiento social, y el desarrollo de habilidades socioemocionales son elementos fundamentales. Un curso que actúa solidariamente es un efectivo antídoto en contra del bullying . Por su parte, individuos dotados con mayores habilidades socioemocionales pueden no solamente reducir la incidencia del matonaje, sino también tienen mejores herramientas para lidiar con sus consecuencias. En tiempos en que se implementan cambios estructurales al sistema educacional, muchos de ellos de dudosas consecuencias en el largo plazo, se extraña un debate de fondo en esta importante materia.

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