sábado, 27 de diciembre de 2014

Nace un Buen Pastor


Los invito a los lectores a intensificar la amistad en Navidad. Por sí mismos y por sus amigos. Intentar ser un buen pastor que conoce a sus ovejas y sus ovejas lo conocen a él. Porque no hay amistad verdadera que no sea recíproca".
 Pastor es quien da de comer, cuida, vigila a sus ovejas. Está a cargo. Las conoce y las distingue.
"Yo conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí", dijo Jesús de Nazaret.
Este hombre que se decía hijo de Dios nace en un lugar ajeno y pobre, representando tal vez que no era de ninguna parte y de todas. Nace en un pesebre para recordarnos que la pobreza no nos hace menos, ya que este hombre que cambió la historia del mundo, nace entre ovejas, pastores, pasto seco y aun allí es visitado por príncipes y alhajado con regalos reales.
Nace Jesús, que dice de sí mismo que Él es el Buen Pastor.
La Navidad festeja su venida al mundo. Y se supone que es un día que llama a la paz y al amor. Hoy, además, es la delicia de los comerciantes y de los padres que no saben cómo adular a sus hijos y los llenan de cosas, tal vez queriendo ser como Baltasar, Melchor y Gaspar. Solo que no se ven las estrellas en la noche de pascua y no son los Reyes Magos los que traen los regalos preciosos sino un Viejo Pascuero, sofocado de calor porque fue inventado por países que están en invierno para Navidad. No es una noche de paz, es el acelere más brutal. Y más pagano.
Podríamos pensar en dedicar esa noche al Buen Pastor, nacido en pesebre y acompañado por pastores. Tal vez el sentimiento más duro de los tiempos que corren sea la soledad. Nadie me conoce. Nadie se detuvo para conocerme.
La amistad es ese vínculo calentito, como el pesebre. En esa relación, el otro me conoce, me acepta porque conoce mis miserias, mi historia, mis dificultades. Y también mis talentos. Puede disentir de mí sin pelear, puede guardar mis secretos. Y sobre todo, puede sentir conmigo. Y cuando uno tiene un amigo verdadero, la soledad disminuye. No tengo que guardar apariencias, no tengo que portarme bien, puedo estar desnuda sin miedo.
Invito a los lectores a intensificar la amistad en Navidad. Por sí mismos y por sus amigos. Intentar ser un buen pastor que conoce a sus ovejas y sus ovejas lo conocen a él. Porque no hay amistad verdadera que no sea recíproca.
Yo, humildemente, quisiera recibir para Navidad la promesa de amor de mis amigas/os. Y ojalá regalarles mi propia certeza de conocerlos bien.
¡Feliz Navidad!

¡Vivan los Buenos Pastores (y las Buenas Pastoras, por supuesto)!

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