"Los expertos en la teoría de la evolución aseguran que los hombres poderosos son tan atractivos para las mujeres porque les aseguran la sobrevivencia de la prole y, por ende, de la especie. Y es razonable. No son procesos conscientes, es el instinto de sobrevivencia..."
A veces, en el camino de la vida, las esperanzas de algo mejor se convierten en el terror de algo peor. Es lo que les pasa a muchas mujeres chilenas con las razones por las cuales eligen pareja y luego se quedan para siempre en lugares donde nunca debieron estar. La esperanza de ese hombre tan inteligente, tan capaz, tan emprendedor se convierten en el terror de perder lo que tienen. Quedan prisioneras en una relación que les da estabilidad material, pero que las daña psíquicamente.
Los expertos en la teoría de la evolución aseguran que los hombres poderosos son tan atractivos para las mujeres porque les aseguran la sobrevivencia de la prole y, por ende, de la especie. Y es razonable. No son procesos conscientes, es el instinto de sobrevivencia.
Entre la elección de un hombre poderoso sobre uno débil y la aceptación del maltrato hay un mundo de diferencia. Porque si el inconsciente juega un rol en la elección de pareja, también lo juega en la dinámica que se crea entre los cónyuges. Algo pasa silenciosamente que el poderoso que sabe que tiene el poder tiende a abusar de los otros, los que lo necesitan. Y ahí empieza una guerra subterránea en que mientras más poder ejerce él, más se debilita el poder de la mujer que lo acompaña.
¿Qué pasó con el aprecio de la bondad, del compromiso, del amor a la vida buena y en paz? Parece que hoy ser rico es lo que da poder. Y la mayoría de las mujeres debió jugar un rol menor en la vida activa porque estos hombres están muy ocupados y son sus mujeres las que los reemplazan en la formación de la familia. Y la dependencia económica solo refuerza el vínculo de poder. Ella no quiere perder la vida que tiene, se siente incapaz de hacerse cargo de su sustento de manera digna y acepta las más terribles injusticias en nombre de los niños, la familia, el amor. La cultura es la responsable, no ellas individualmente. Una cultura que valora el dinero por encima de todo y que le da al dinero un poder que no debería tener entre gente civilizada.
¿Es tan horroroso perder privilegios? ¿No será también una gran oportunidad de descubrir? Si la seguridad es un bien, también lo es la incertidumbre. Nunca son más creativas las mujeres que cuando no lo tienen todo. Nunca son más originales y encantadoras.
Porque después del miedo hay siempre una posibilidad. Y vivimos, creo yo, para eso: para develar misterios y desafiar el mal. Aceptar el poder del otro y convertirnos en personas blandas, informes, trágicas y sufrientes, me parece escandaloso.
Esta reflexión es el comienzo de los regalos de Navidad que debemos darnos. El regalo se llama dignidad.
Los expertos en la teoría de la evolución aseguran que los hombres poderosos son tan atractivos para las mujeres porque les aseguran la sobrevivencia de la prole y, por ende, de la especie. Y es razonable. No son procesos conscientes, es el instinto de sobrevivencia.
Entre la elección de un hombre poderoso sobre uno débil y la aceptación del maltrato hay un mundo de diferencia. Porque si el inconsciente juega un rol en la elección de pareja, también lo juega en la dinámica que se crea entre los cónyuges. Algo pasa silenciosamente que el poderoso que sabe que tiene el poder tiende a abusar de los otros, los que lo necesitan. Y ahí empieza una guerra subterránea en que mientras más poder ejerce él, más se debilita el poder de la mujer que lo acompaña.
¿Qué pasó con el aprecio de la bondad, del compromiso, del amor a la vida buena y en paz? Parece que hoy ser rico es lo que da poder. Y la mayoría de las mujeres debió jugar un rol menor en la vida activa porque estos hombres están muy ocupados y son sus mujeres las que los reemplazan en la formación de la familia. Y la dependencia económica solo refuerza el vínculo de poder. Ella no quiere perder la vida que tiene, se siente incapaz de hacerse cargo de su sustento de manera digna y acepta las más terribles injusticias en nombre de los niños, la familia, el amor. La cultura es la responsable, no ellas individualmente. Una cultura que valora el dinero por encima de todo y que le da al dinero un poder que no debería tener entre gente civilizada.
¿Es tan horroroso perder privilegios? ¿No será también una gran oportunidad de descubrir? Si la seguridad es un bien, también lo es la incertidumbre. Nunca son más creativas las mujeres que cuando no lo tienen todo. Nunca son más originales y encantadoras.
Porque después del miedo hay siempre una posibilidad. Y vivimos, creo yo, para eso: para develar misterios y desafiar el mal. Aceptar el poder del otro y convertirnos en personas blandas, informes, trágicas y sufrientes, me parece escandaloso.
Esta reflexión es el comienzo de los regalos de Navidad que debemos darnos. El regalo se llama dignidad.
"Los expertos en la teoría de la evolución aseguran que los hombres poderosos son tan atractivos para las mujeres porque les aseguran la sobrevivencia de la prole y, por ende, de la especie. Y es razonable. No son procesos conscientes, es el instinto de sobrevivencia..."
A veces, en el camino de la vida, las esperanzas de algo mejor se convierten en el terror de algo peor. Es lo que les pasa a muchas mujeres chilenas con las razones por las cuales eligen pareja y luego se quedan para siempre en lugares donde nunca debieron estar. La esperanza de ese hombre tan inteligente, tan capaz, tan emprendedor se convierten en el terror de perder lo que tienen. Quedan prisioneras en una relación que les da estabilidad material, pero que las daña psíquicamente.
Los expertos en la teoría de la evolución aseguran que los hombres poderosos son tan atractivos para las mujeres porque les aseguran la sobrevivencia de la prole y, por ende, de la especie. Y es razonable. No son procesos conscientes, es el instinto de sobrevivencia.
Entre la elección de un hombre poderoso sobre uno débil y la aceptación del maltrato hay un mundo de diferencia. Porque si el inconsciente juega un rol en la elección de pareja, también lo juega en la dinámica que se crea entre los cónyuges. Algo pasa silenciosamente que el poderoso que sabe que tiene el poder tiende a abusar de los otros, los que lo necesitan. Y ahí empieza una guerra subterránea en que mientras más poder ejerce él, más se debilita el poder de la mujer que lo acompaña.
¿Qué pasó con el aprecio de la bondad, del compromiso, del amor a la vida buena y en paz? Parece que hoy ser rico es lo que da poder. Y la mayoría de las mujeres debió jugar un rol menor en la vida activa porque estos hombres están muy ocupados y son sus mujeres las que los reemplazan en la formación de la familia. Y la dependencia económica solo refuerza el vínculo de poder. Ella no quiere perder la vida que tiene, se siente incapaz de hacerse cargo de su sustento de manera digna y acepta las más terribles injusticias en nombre de los niños, la familia, el amor. La cultura es la responsable, no ellas individualmente. Una cultura que valora el dinero por encima de todo y que le da al dinero un poder que no debería tener entre gente civilizada.
¿Es tan horroroso perder privilegios? ¿No será también una gran oportunidad de descubrir? Si la seguridad es un bien, también lo es la incertidumbre. Nunca son más creativas las mujeres que cuando no lo tienen todo. Nunca son más originales y encantadoras.
Porque después del miedo hay siempre una posibilidad. Y vivimos, creo yo, para eso: para develar misterios y desafiar el mal. Aceptar el poder del otro y convertirnos en personas blandas, informes, trágicas y sufrientes, me parece escandaloso.
Esta reflexión es el comienzo de los regalos de Navidad que debemos darnos. El regalo se llama dignidad
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Los expertos en la teoría de la evolución aseguran que los hombres poderosos son tan atractivos para las mujeres porque les aseguran la sobrevivencia de la prole y, por ende, de la especie. Y es razonable. No son procesos conscientes, es el instinto de sobrevivencia.
Entre la elección de un hombre poderoso sobre uno débil y la aceptación del maltrato hay un mundo de diferencia. Porque si el inconsciente juega un rol en la elección de pareja, también lo juega en la dinámica que se crea entre los cónyuges. Algo pasa silenciosamente que el poderoso que sabe que tiene el poder tiende a abusar de los otros, los que lo necesitan. Y ahí empieza una guerra subterránea en que mientras más poder ejerce él, más se debilita el poder de la mujer que lo acompaña.
¿Qué pasó con el aprecio de la bondad, del compromiso, del amor a la vida buena y en paz? Parece que hoy ser rico es lo que da poder. Y la mayoría de las mujeres debió jugar un rol menor en la vida activa porque estos hombres están muy ocupados y son sus mujeres las que los reemplazan en la formación de la familia. Y la dependencia económica solo refuerza el vínculo de poder. Ella no quiere perder la vida que tiene, se siente incapaz de hacerse cargo de su sustento de manera digna y acepta las más terribles injusticias en nombre de los niños, la familia, el amor. La cultura es la responsable, no ellas individualmente. Una cultura que valora el dinero por encima de todo y que le da al dinero un poder que no debería tener entre gente civilizada.
¿Es tan horroroso perder privilegios? ¿No será también una gran oportunidad de descubrir? Si la seguridad es un bien, también lo es la incertidumbre. Nunca son más creativas las mujeres que cuando no lo tienen todo. Nunca son más originales y encantadoras.
Porque después del miedo hay siempre una posibilidad. Y vivimos, creo yo, para eso: para develar misterios y desafiar el mal. Aceptar el poder del otro y convertirnos en personas blandas, informes, trágicas y sufrientes, me parece escandaloso.
Esta reflexión es el comienzo de los regalos de Navidad que debemos darnos. El regalo se llama dignidad
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