"Dicen que cada nuevo año hay que mirarse para adentro y ponerse una meta de progreso, de cambio. Porque si no cambiamos, nos ponemos rígidos y repetitivos. Nos restamos del mundo que cambia, nos restamos de los otros que pueden ser un aporte..."
Tiene que ser un desafío grande en estos tiempos convulsionados.
Dicen que cada nuevo año hay que mirarse para adentro y ponerse una meta de progreso, de cambio. Porque si no cambiamos, nos ponemos rígidos y repetitivos. Nos restamos del mundo que cambia, nos restamos de los otros que pueden ser un aporte.
Propongo regalarnos la tolerancia a la diversidad.
Aquello que me lleva a discriminar es también aquello que me asusta. Nos hace mal tanto miedo inútil circulando por las venas.
El otro, los otros que son distintos a mí, pueden ser un espacio de interés, pueden ser un aporte, pueden darnos otras perspectivas. No son enemigos.
Habría que mirar nuestros propios inconscientes, con bondad. ¿Qué hay en mí que me impide ver al ser humano que hay al frente e intentar comprender sus posturas, su forma de vida? No digo compartirlas, digo aceptarlas. Cómo acepto lo diferente. Tal vez imaginarse un mundo de clones nos ayude a sentir que sin diferencias este planeta sería aburridísimo.
Y después de identificar el temor propongo lanzarnos de cabeza a perder el miedo. No arrancar, no evitar. Enfrentar.
Los países diversos son más interesantes que los que no lo son. Lo mismo vale para las personas como individuos. El temor a la diversidad lleva a conflictos, desde el bullying en el colegio a los niños distintos hasta la guerra entre religiones o razas.
Aceptar no es claudicar. Cuando el Papa abraza a un musulmán no está desdibujando su propia fe. Al revés. Solo revela lo fuerte que es.
¡Feliz Año Nuevo! Deseo a los lectores que trabajemos juntos en aumentar la diversidad, para ser mejores, para colaborar a una vida en paz, para disminuir la rabia y el conflicto.