Jueves 08 de enero de 2015
"El asesinato de los periodistas y populares dibujantes del periódico satírico Charlie Hebdo golpea el corazón de un París laico, diverso y aparentemente tolerante..."
"Sumisión", ese es el título de la última novela que el escritor francés Michel Houellebecq acaba de lanzar anteayer en París. En ella se narra la instalación de un gobierno musulmán en Francia en un futuro próximo. Dado el estilo provocativo y provocador de este escritor de tintes nihilistas, se esperaba que la nueva ficción despertara algunas polémicas, pero nadie imaginó que solo un día después (o sea, ayer) sería superada por la realidad, y en el centro de París y de una manera más brutal y pesadillesca. El asesinato de los periodistas y populares dibujantes del periódico satírico Charlie Hebdo golpea el corazón de un París laico, diverso y aparentemente tolerante. Y digo aparente, porque en los últimos meses se ha comenzado a hablar en toda Europa de una imparable corriente de "islamofobia", que consiste en el rechazo de una parte significativa de la población local a la "invasión" (así lo perciben ellos) de inmigrantes musulmanes que ocupan sus puestos de trabajo, y los espacios simbólicos de una cultura de raíz cristiana, hoy debilitada y tal vez en el futuro minoritaria. Toda fobia racial o religiosa es semilla de futuros desastres, la historia de Europa en el siglo XX no puede ser más elocuente. El rechazo a los judíos -que partió como un sentimiento de una fracción menor- contaminó a países y pueblos enteros, e incluso acabó por infestar a un sector de la intelectualidad más selecta de esos países. Hoy, el curso de los acontecimientos es más vertiginoso que entonces. A pocos días del discurso de la máxima autoridad de Alemania, Angela Merkel, en el que llamó a erradicar esa "islamofobia", un grupo de despiadados asesinos de un nuevo tipo de fascismo -que se arrogan la defensa de un Islam humillado por la sátira periodística- decidió responder con un acto de barbarie de inconmensurables consecuencias. ¿Quién logrará detener el círculo vicioso en que se retroalimentarán de manera cada vez más exponencial la islamofobia con el fanatismo islámico? ¿Podrá hacerlo una Europa sumida en una profunda crisis, mucho más profunda que una crisis meramente económica, una crisis en realidad cultural, de identidad? Fue otro escritor en el siglo XX, Louis Ferdinand-Céline (un delirante antisemita) -del que un islamofóbico Houellebecq parece ser una caricatura más light -, quien en la novela "Viaje al Fondo de la Noche" sumergió a sus lectores en las profundidades del horror de la primera guerra, sin concesiones ni complacencias, mostrándole a Europa esa otra cara oculta de la civilización, de una civilización fundada en la razón, pero desbordada sucesivamente por la irracionalidad y la violencia. Ya Dostoievski lo había profetizado en el siglo XIX en "Las memorias del subsuelo". En ella se burló de la afirmación del historiador inglés Buckle de que "por medio de la civilización la humanidad se vuelve más blanda y por consiguiente menos sanguinaria y menos apta para la guerra". Dostoievski le responde a través de múltiples ejemplos de barbarie que muestran exactamente lo contrario.
Se dirá que lo de ayer es un acto terrorista de quienes quieren destruir la civilización, de un Islam que no entró nunca en la Modernidad, fundada en la Razón. ¿Es tan simple la explicación? ¿Cuál es el verdadero origen de la violencia? ¿Dónde termina Europa y dónde comienza Eurabia? "Eurabia" es el nombre que una portada de The Economist usó para caracterizar a la Europa multicultural de hoy. ¿Es posible dejar el Islam fuera -como lo plantea la ultraderecha francesa- y pensar que esa es la única manera de asegurar la estabilidad y paz de una Europa "civilizada"? Las preguntas queman en estas horas de shock que enlutan al París del polémico Céline y del intachable Camus, los escritores profetas del siglo XX, cuya voz no fue suficientemente escuchada y cuyas ficciones parecen ya pálidos reflejos de una realidad mucho más sangrienta que lo que la imaginación pudo expresar.
Se dirá que lo de ayer es un acto terrorista de quienes quieren destruir la civilización, de un Islam que no entró nunca en la Modernidad, fundada en la Razón. ¿Es tan simple la explicación? ¿Cuál es el verdadero origen de la violencia? ¿Dónde termina Europa y dónde comienza Eurabia? "Eurabia" es el nombre que una portada de The Economist usó para caracterizar a la Europa multicultural de hoy. ¿Es posible dejar el Islam fuera -como lo plantea la ultraderecha francesa- y pensar que esa es la única manera de asegurar la estabilidad y paz de una Europa "civilizada"? Las preguntas queman en estas horas de shock que enlutan al París del polémico Céline y del intachable Camus, los escritores profetas del siglo XX, cuya voz no fue suficientemente escuchada y cuyas ficciones parecen ya pálidos reflejos de una realidad mucho más sangrienta que lo que la imaginación pudo expresar.
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