El viernes recién pasado, en el barrio de Sarcelles en París, una pareja tomó
por la fuerza una tienda de comida kosher, alimentos preparados según las
restricciones alimentarias que establece la tradición judía. Durante el asalto,
los terroristas dieron muerte a cuatro rehenes. Uno de ellos fue Yohan Cohen,
de 22 años, edad similar a la de mi hijo mayor, quien trabajaba en esa tienda.
Hemos visto con mucha esperanza cómo el mundo libre se ha levantado y ha dicho
con fuerza "Je suis Charlie", significando que la muerte de los caricaturistas nos
afecta a todos. En mi caso, además, quiero rendir un pequeño homenaje a Yohan,
quien no hizo ninguna caricatura, y cuyo único "pecado" fue trabajar
en un lugar elegido por los mismos terroristas como su siguiente blanco.
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