lunes, 31 de julio de 2017

El Papa, la UDI y el aborto.

"Rara cosa la que sugiere Ezzati a quienes le han creído: aceptar que el pastor guarde silencio mientras asesinan a sus ovejas. Pero no: quizá sea mejor reconocer que no hay ovejas ni tampoco asesinato..."

Carlos Peña

La visita del Papa -aunque faltan algunos meses para que ocurra- ya ha desatado alguna controversia.

La más reciente es una que se produjo entre el cardenal Ezzati y algunos parlamentarios de la UDI, empeñados en que el Papa reprenda al Gobierno por promover una ley que permite el aborto. El cardenal, sin embargo, ha declarado que el Papa "no va a provocar ningún tipo de problema. Yo se lo he asegurado en varias ocasiones al Ministerio de Relaciones Exteriores, hablando con las autoridades que competen, porque vuelvo a decir: el Papa viene como pastor y no como político".

Los diputados de la UDI, sin embargo, han insistido:

"Si el asesinato de inocentes no es rechazado por SS, aduciendo motivos políticos -arguyeron-, existirá un contrasentido que les causará una contradicción a miles de chilenos que ven en la figura de Francisco un líder moral para ellos".

¿Quién tiene la razón? ¿Ezzati o los diputados?

No cabe ninguna duda que los diputados.

Si el Papa y Ezzati creen de veras, si lo creen en serio, que el aborto es equivalente a un crimen, algo igual a un homicidio de una persona hecha y derecha, y si piensan, entonces, que permitir el aborto es equivalente a permitir el homicidio de una cierta clase de personas, equivalente, por ejemplo, a permitir que se mate a quienes padezcan alguna incapacidad; si el Papa y Ezzati creen realmente eso, si lo creen de veras y asignan a esa creencia un carácter genuinamente moral, entonces deben declararlo así, con toda claridad, durante la visita del primero, no importando qué calidad, si política, pastoral o de otra índole, posea su visita.

Y la razón es obvia.

Las convicciones morales, cuando son genuinas, no deben ser apagadas por consideraciones prudenciales o cálculos de consecuencias. Si usted cree que en la casa de su vecino se está cometiendo un crimen, entonces usted no se cuida de denunciarlo, o intentar detenerlo, arguyendo que su silencio se debe a que no quiere incomodar a su anfitrión. Si usted hace eso, si guarda silencio, no hay más que dos alternativas: usted en realidad no cree que se está cometiendo crimen alguno (y llama crimen a algo que no lo es) o usted piensa que el crimen no es lo más grave del mundo (y que es más grave incomodar a su anfitrión).

La tercera vía en estas materias no existe.

Por eso son desilusionantes para los creyentes (como esos diputados de la UDI) y también para los no creyentes (que se toman en serio el debate moral) esas declaraciones de Ezzati confesando el más crudo pragmatismo, el más simple utilitarismo, en materias tan serias como el aborto, al declarar, sin ambigüedad ni pudor intelectual alguno, que el Papa estaría dispuesto a callar y "no provocar ningún tipo de problema". Algo así es simplemente desconcertante, porque ¿cómo se podría consentir el silencio frente a la legalización de un crimen, de un asesinato del más inocente entre los inocentes? ¿Acaso el cardenal y el Papa no hablan en serio cuando dicen que el aborto es un crimen masivo, la legalización de un pecado mortal, el comienzo de una pendiente resbaladiza que banaliza la vida humana?

Esos diputados de la UDI tienen toda la razón del mundo cuando declaran que sería incomprensible que un líder moral como el Papa callara frente a lo que él mismo ha denunciado como una verdadera autorización para cometer crímenes masivos. Si el Papa de veras cree eso, tiene el deber de reiterarlo públicamente durante su visita, y Ezzati repetirlo una y otra vez en cada una de sus intervenciones públicas, porque, después de todo, ¿qué podría haber más urgente -explíquelo monseñor, enséñelo Su Santidad- que denunciar un puñado de crímenes inminentes permitidos por el Estado?

Al explicar esta rara actitud que adoptaría el Papa, ese silencio frente a lo que hasta ahora condenaba, el cardenal Ezzati dijo que ello era porque Francisco venía en una visita pastoral, no política. Insinuó así que el reclamo frente al aborto sería propio del político, y el silencio, la actitud que adoptaría el pastor.

Rara cosa la que sugiere Ezzati a quienes le han creído: aceptar que el pastor guarde silencio mientras asesinan a sus ovejas.

Pero no: quizá sea mejor reconocer que no hay ovejas ni tampoco asesinato.

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