jueves, 22 de octubre de 2015

LA METAMORFOSIS : un siglo de influencias .

Centenario Novela clave del autor checo.

Franz Kafka usó la fantasía para escribir sobre la condición y las inquietudes del ser humano moderno, temas que después serían abordados por la literatura contemporánea.  

Daniela Sánchez M.

 Corría la primera década del siglo XX cuando un hombre convertido en insecto vio la luz a través de las páginas de una novela corta, La metamorfosis , escrita en alemán por Franz Kafka en 1912 y publicada en octubre de 1915.

Para Carla Cordua -filósofa chilena, autora del libro Kafka en primera persona - La metamorfosis es una narración original y novedosa pero construida a partir de una idea antigua: proveniente del griego, "metamorfosis" es un concepto que da a entender un cambio drástico, utilizado en la mitología griega para designar el proceso de transformación de los dioses. María José Viera-Gallo, periodista y escritora, añade que fue este libro el que volcó la mitología a un mundo cerrado, urbano e industrializado, cuestionando la condición humana.

Un sujeto de su época

Kafka nació en la capital del imperio astrohúngaro en 1883. Su padre hablaba checo, mientras que su madre hablaba alemán, y ambos eran judíos. Heredero de dos culturas, Kafka conoció la Torá -aunque no fue practicante- y a su vez recibió una educación germana. Ambas tradiciones fueron fuente de inspiración para sus relatos: tanto el cuestionamiento existencial del judaísmo, como las inquietudes propias del romanticismo y el expresionismo alemán.

Carolina Brncic, académica de la Universidad de Chile, explica que estas influencias hicieron que los temas abordados en la obra de Kafka se originen en su historia de vida, pero que a su vez sean inquietudes propias de su época. "Kafka se universaliza porque sus tópicos siguen teniendo vigencia hasta el día de hoy, pero que poseen una resonancia y un origen en preocupaciones que son las de su tiempo, y que no son solo las de los años 1910 o 1920, sino que vienen desde la crisis de fines del siglo XIX. En este sentido es un sujeto de su época", señala.

Esa crisis de fines del siglo XIX tiene que ver con el cuestionamiento del sujeto moderno, y fue abordada por los artistas del expresionismo alemán. Sin embargo, Kafka nunca participó de esta corriente -ni de ninguna otra- porque no se asumía como escritor de tiempo completo, solo utilizó la escritura como desahogo.

La alienación, la cosificación del ser humano, la deshumanización y el enclaustramiento fueron algunos de los temas abordados por el escritor y que se convirtieron en grandes tópicos desarrollados por el existencialismo a partir de los años 30. "Kafka no se halla dentro de la generación de los existencialistas franceses, pero se adelanta en todos los tópicos a Sartre, está en sintonía con lo que hace Jaspers en ese momento, y se vincula, desde una perspectiva religiosa, a lo que está haciendo Heidegger", explica la académica.

Monstruosa transformación

Para el crítico literario Camilo Marks, La metamorfosis es una de las obras clave del siglo XX, además de ser el libro más accesible del autor checo. "Leer a Kafka es difícil, hay que tener paciencia, te exige, te compromete. El lector debe tener una preparación previa; en cambio, La metamorfosis lo puede leer alguien de enseñanza básica y lo entiende", explica Marks.

El relato se ha posicionado como una de las obras primordiales de la literatura contemporánea por distintos motivos: la originalidad de su arranque, el uso de lo fantástico en la cotidianidad, la incorporación de temas propios del cuestionamiento existencial del hombre moderno.

Su inicio -"Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto"- es considerado por el escritor Gonzalo Contreras como "uno de los comienzos narrativos más violentamente originales de la literatura contemporánea". Contreras destaca la transformación del espacio cotidiano por uno perturbado "en el que subsisten las peores acechanzas del mundo moderno y que configuran un universo cerrado y compacto, carente de comprensión e interpretación".

Gregorio Samsa sabe que ha sufrido una gran transformación, pero solo piensa en su empleo, en sus padres y en la rutina que tiene que llevar a cabo. Jaime Collyer afirma: "Kafka suprime el asombro ante lo fantástico, ese es, creo, su gran aporte, que va a identificar a una parte sustancial de la narrativa contemporánea. Lo inexplicable se instala por derecho propio en mitad de lo real, fagocitándolo. Y eso es una nueva forma de vivir la realidad, propia del ciudadano desconcertado de nuestros días, ese que somos todos".

La exclusión, la desintegración, el odio filial, la subordinación, el miedo al otro, son algunos de los temas que Kafka introduce en su narrativa -especialmente en La metamorfosis - y que terminan siendo inquietudes generalizadas del ser humano de su época. Como señala Brncic, "lo interesante es cómo un asunto biográfico se transforma en una cuestión existencial, del sujeto que va más allá del sujeto Kafka, pero que uno puede ver claramente en la correspondencia de Carta al padre ".

Un mundo de influencias

Cuando Peter H. Stone le preguntó a Gabriel García Márquez cómo había empezado a escribir, para la revista Paris Review, él le respondió que fue gracias al descubrimiento de La metamorfosis de Kafka. Leer este libro fue una sorpresa porque, según cuenta, no tenía la menor idea de que alguien podía escribir de esa manera. "Si hubiese sabido, habría empezado a escribir hace tiempo", dijo. Impulsado por el relato, escribió su primer cuento, "La tercera resignación", publicado en el suplemento literario de El Espectador en 1947. Ocho años más tarde publicó La hojarasca , y el resto es historia.

Por su parte, Jorge Luis Borges aparece como el primer traductor de La metamorfosis , publicada por la editorial Losada en 1938. Cordua -quien ha leído las obras de Kafka en su idioma original- señala que, a pesar de ser bastante buena, tiene algunos errores de traducción. "Borges individualiza al monstruo con un nombre natural, mientras que Kafka nombra, en alemán, al monstruo como un bicho, con una palabra genérica que no indica una especie determinada. Cuando el editor quiso ilustrar la primera publicación del cuento, Kafka se negó porque una ilustración habría sido la copia de un animal y él se esforzó, usando un vocabulario muy especial, para que fuera imposible identificarlo", explica.

Sin embargo, según Marks, Borges no fue el traductor de esta obra ya que asegura que él no leía alemán, aunque sí escribió el prólogo a esta primera edición.

En varias entrevistas que dio el escritor argentino a Fernando Sorrentino -compiladas en su libro Siete conversaciones con Jorge Luis Borges - este le preguntó por qué en esa edición su estilo no era el habitual. Borges respondió: "Ello se debe a que yo no soy el autor de la traducción de ese texto. (...) Esa traducción ha de ser -me parece por algunos giros- de algún traductor español. Lo que yo sí traduje fueron los otros cuentos de Kafka que están en el mismo volumen publicado por la editorial Losada. Pero, para simplificar, se prefirió atribuirme a mí todo el volumen, y se usó una traducción acaso anónima que andaba por ahí".

De todas maneras, es el mundo kafkiano el que ha marcado a la literatura, tal como explica Camilo Marks: "Su influencia no es no es como la de Joyce, que inventó el monólogo interior; o como Virginia Wolf, que dio origen a la corriente de la conciencia. Kafka inventó un mundo propio que fue seguido, por ejemplo, por Cortázar. Se nota en Borges, en Bioy Casares, se nota en cuentistas chilenos; yo no concibo los cuentos de Jaime Collyer sin que él hubiera leído a Kafka".

Para María José Viera-Gallo, la influencia del escritor checo es vasta y recorre gran parte de la tradición literaria latinoamericana. "¿Qué sería de Borges, Juan Emar (llamado para su karma, 'el Kafka chileno'), del realismo mágico entero, sin La metamorfosis ?", se pregunta.

Mientras, Collyer ve el influjo kafkiano en el teatro de los 50, especialmente en las obras de Beckett, y en la narrativa de Günter Grass, Italo Calvino o Cortázar, quienes realizan una "renovación humorística de lo kafkiano", es decir, toman el procedimiento de lo kafkiano, el ritual incomprensible, para darle un giro hacia lo cómico.

 

Kafka no perteneció a ninguna corriente artística, sin embargo, sus temas reflejaban las inquietudes propias de su época. 

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