jueves, 22 de octubre de 2015

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL


Hoy, la tarea primordial de un líder es la de dirigir emociones.LÍDER DISTINTO

Cuando tratamos de entender por qué algunas personas son tan efectivas en su gestión nos centramos principalmente en algunos elementos racionales como su estrategia, visión y conocimientos, factores clave en llevar prosperidad a las organizaciones.

“LA MITAD DEL AMOR”, JAVIERA MARAMBIO, GALERÍA ARTE EMOL (WWW.ARTE.EMOL.COM)

Sin embargo, en los tiempos actuales, en que el papel del trabajador en la nueva organización ha cambiado tan radicalmente, empiezan a surgir con fuerza las necesidades emocionales.
La organización de hoy enfatiza la disminución de las jerarquías, la importancia de las redes externas e internas, la flexibilidad laboral y la diversidad de la fuerza de trabajo.
De este modo, las jerarquías se convierten en redes de trabajo; la mano de obra y la gerencia se unen en equipos; los sueldos se transforman en novedosas mezclas de opciones, incentivos y participación; la capacidad laboral fija cede paso al aprendizaje perpetuo y los trabajos estáticos se transforman en carreras fluidas.
En una investigación, realizada en 10 empresas chilenas, se estudiaron los principales cambios experimentados en los últimos años. Los resultados muestran que las empresas han estado implantando nuevas formas de organización radicalmente distintas a las anteriores y que los mayores cambios se presentan en la forma de conducir sus relaciones laborales.
Así las empresas esperan responder a los desafíos del nuevo entorno de negocios, a la competitividad en los mercados globales y a las exigencias de los nuevos empleados.
Hoy no sólo importa lo que el líder se proponga racionalmente —diseñando una estrategia o movilizando a las personas hacia una meta—, sino que también importa el “cómo” lo logra.
Aun cuando todo pueda estar funcionando perfectamente si el líder no es capaz de dirigir las emociones en la dirección correcta, es probable que logre resultados más pobres de los que anhela.
En este sentido, podríamos considerar que la tarea primordial de un líder es la de dirigir emociones.
No hay duda de que esta afirmación puede asustar a los que dirigen empresas, ya que hemos sido formados en la creencia de que sólo a través de lo racional podemos tener un control sobre el ambiente que nos rodea, y que las emociones son peligrosas porque nos conducen al caos.

La IE se puede medir.

Sin embargo, la experiencia nos muestra que puede ocurrir precisamente lo contrario. En situaciones de emergencia y caos, un líder puede movilizar las fuerzas emocionales de la personas, dándoles la tranquilidad y el ánimo necesarios para enfrentar la incertidumbre y la amenaza.
En las organizaciones, si el líder dirige las emociones hacia el máximo entusiasmo, los resultados serán superlativos; por el contrario, si el líder despierta las pasiones más bajas, la envidia, el rencor y la ansiedad, el grupo difícilmente llegará a la meta.
Más allá de los resultados, para bien o para mal, el ambiente en la organización se teñirá de estos distintos estados emocionales.
La clave para lograr un liderazgo emocional se encuentra en el desarrollo de las capacidades relacionadas con la inteligencia emocional.

INTELIGENCIA EMOCIONAL

Se ha demostrado que las personas emocionalmente expertas —que conocen y manejan bien sus propios sentimientos e interpretan y enfrentan con eficacia los sentimientos de los demás— cuentan con ventajas en cualquier aspecto de la vida, desde las relaciones afectivas hasta la toma de decisiones en el mundo empresarial o político.
Las emociones son el poder que conecta a los seres humanos con todo aquello que les importa. Sin la emoción, no podemos saber lo que es valioso o no, y por qué lo es, o cuánto tiempo y esfuerzo debemos emplear en conseguirlo o en alejarnos.
Cuanto menos comprenda una persona sus propios sentimientos, más presa será de ellos. Cuanto menos comprenda una persona los sentimientos, respuestas y conductas de los demás, mayor probabilidad tendrá de relacionarse en forma inadecuada con los demás, y por tanto no logrará asegurarse un lugar apropiado dentro de la comunidad.
La inteligencia emocional no es más qu

Texto guía del curso sin costo para los matriculados.

e un conjunto de disposiciones que hacen que una persona tenga control y conocimiento de sí misma, a la vez que una capacidad de relacionarse con otras personas, basada en su empatía y habilidades sociales.
Sin embargo, los atributos personales no bastan para explicar este crecimiento. Es necesario, junto con la formación de personas, abordar el tema del desarrollo de las relaciones sociales. Éstas constituyen un verdadero capital social, ya que representan un conjunto de valores que permiten crear redes de vínculos entre las personas.
Estos vínculos permitirán a las personas desarrollarse como individuos originales y, a la vez, relacionarse exitosamente con los demás, tanto en la familia, el colegio y la empresa como en todas aquellas organizaciones a las cuales se pertenece en la vida.
Entre las habilidades sociales que deben ser promovidas se cuentan la solidaridad, la capacidad de ponerse en el lugar del otro, la de liderar, así como las de lograr objetivos en el trabajo en equipo y de resolver conflictos.
En el curso abordaremos los componentes esenciales de la inteligencia emocional, en relación con nuevas formas de liderazgo.

¿ENTRENAR NUESTRA IE?

En el plano individual, es posible identificar, evaluar y desarrollar los elementos de este tipo de inteligencia.
La inteligencia emocional (IE) es medible y, aún más, se puede entrenar. A los alumnos participantes se les invita a someterse a la prueba de autoevaluación de la IE, disponible en la página web del curso, y desarrollar más adelante un plan de trabajo basado en esta evaluación.

OPINIÓN DE LA PROFESORA: LA REVOLUCIÓN DEL ÉXITO VERDADERO

En el desarrollo de un liderazgo exitoso es necesario revisar lo que actualmente se entiende por éxito y el efecto que esto tiene en las personas. Actualmente se ha malinterpretado el significado del éxito confundiéndolo con el éxito económico y la obtención de comodidades. Esto ha sido una especie de señuelo que nos ha desviado.
Tanto es así que muchas personas, en general las más influyentes y educadas, se han condicionado a pasar la mayor parte del tiempo en una búsqueda desesperada de lo que falsamente se entiende por éxito.
Uno de los síntomas más claros de este fenómeno bastante extendido es que cuando parece que hemos alcanzado las metas que tanto hemos perseguido, el propio éxito nos estimula a seguir en esta búsqueda, como si fuera una adicción. “Nunca se tiene suficiente de aquello que realmente uno no necesita”.
Cuando junto con esto se intenta satisfacer nuestras necesidades emocionales a través de la adquisición de objetos, más se empieza a propagar el virus del consumismo.

Es urgente recuperar el equilibrio entre el tiempo y la energía para conseguir nuestro bienestar.

Un antídoto para este fenómeno puede ser el desarrollo de las habilidades emocionales, las que permiten a las personas dirigir su energía emocional y comunicar mejor el significado emocional de su vida.
Cognitivamente pareciera ser que la preocupación por la calidad de nuestras relaciones es en estos tiempos un lujo que no podemos darnos. Pero si reflexionamos un poco más, veremos que es precisamente en estos tiempos ¡cuando más importan!
En la vida moderna, las máquinas han aliviado gran parte de nuestra vida cotidiana y cada vez más personas alcanzan un nivel de desarrollo material, que nuestros antepasados ni se soñaban. A pesar de esto, el bienestar nos ha llevado a sentirnos inseguros, inadecuados y constantemente presionados por el tiempo y con un nivel de competencia con otros cada vez mayor.
Es claro que pasado un cierto punto, la abundancia de nuevos y mejores bienes no llega a satisfacer las necesidades humanas más profundas.
Empieza a ser urgente que recuperemos un equilibrio entre el tiempo y la energía que debemos ocupar en conseguir nuestro propio bienestar y aquel que debemos dedicar a nuestras familias y comunidad. El otorgar demasiado poco tiempo y esfuerzo a cualquiera parte de la ecuación se traducirá en un daño para el sistema.
El desarrollo de la inteligencia emocional es un seguro, ya que en el proceso la persona aprende a valorarse a sí misma y valorar a su vez a los demás. Se requiere de coraje para disciplinar los deseos y postergar las gratificaciones para poder atender las necesidades de otros.
Por otro lado, una vez que nos hemos acostumbrado a disfrutar de la solidaridad que surge al atender las necesidades de otras personas y nuestras relaciones con ellas, también se requiere de valentía para retirarse a revisar y satisfacer lo que son nuestros propios anhelos.
Se necesita un cambio radical en las capacidades humanas si queremos integrar nuestros esfuerzos sociales y económicos de modo de obtener sabiduría a partir del conocimiento, justicia a partir de la abundancia y verdadera libertad a partir de tantas oportunidades que nos da la vida moderna. Esta es la revolución que plantea el desarrollo de la inteligencia emocional.

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