domingo, 17 de julio de 2016

RESUCITACIONES CLINICAS.


   «No me cabe duda de que nos encontramos ante una mente en acción
         […]. Y está perversamente empeñada en que nunca podamos demostrar
         su existencia»
                                                                                                               Randall Sullivan

a ciencia estudia hoy los episodios protagonizados por personas que habiendo sufrido
muertes clínicas más o menos prolongadas, regresan a la vida y narran de manera ví-
vida inquietantes experiencias que trascienden el mundo material, pudiendo describir de
manera exacta y detallada el entorno en que se encontraban cuando supuestamente esta-
ban por completo inconscientes e incapaces de observar lo que estaba teniendo lugar a su
alrededor4
. Sin embargo, no obstante la recopilación y clasificación metódica de estos
testimonios, la ciencia es incapaz de demostrar o negar la existencia real de ese orden de
realidad trascendental descrito por los que lo han experimentado en el contexto de la
muerte clínica. Es así como, paradójicamente, estamos obteniendo y estudiando cada vez
más «señales» de otro mundo, pero al mismo tiempo y a pesar del avance de la ciencia,
somos cada vez más impotentes para llegar a conclusiones indiscutibles con fuerza de ley
en relación con ese mundo y con quienquiera que se encuentre detrás de él. La única forma
de acceso a este mundo sigue siendo, entonces, la fe; esta exige una decisión de la voluntad
para la que la ciencia no puede ni podrá nunca proveer suficiente apoyo al punto de que la
fe se llegue a convertir en una decisión absolutamente lógica y racional. El «salto de la fe»5
sigue siendo entonces ineludible para todo el que pretenda ser cristiano. Hoy por hoy es
muy difícil seguir negando, desde una perspectiva científica, que nos encontramos ante
una mente en acción, la mente de Dios, pero también es cada vez más claro que nunca
podremos demostrar su existencia, no debido a una intención perversa de la mente divina,
sino a que Dios no quiere forzar nuestra decisión respetando así la libertad de decisión que
nos otorgó, decisión que una vez tomada a favor de Cristo conforme a su revelación en la
Biblia y en la historia, nos permite disfrutar del deleite de vivir por fe y no por vista
(2 Cor 5:7). Así pues, las resucitaciones clínicas de hoy pueden, guardadas las proporcio-
nes, cumplir nuevamente el papel que cumplió en su momento con algunos la resucitación
milagrosa de Lázaro:
                    Muchos de los judíos [...] fueron a ver no solo a Jesús sino también
                    a Lázaro, a quien Jesús había resucitado [...] por su causa muchos
                                       se apartaban de los judíos y creían en Jesús.
                                                                                                                    Juan 12:9, 11 nvi

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