Chile siempre ha tenido un "ave Fénix" que lo sacó de su desorden; ¿dónde está la actual?
viernes, 26 de junio de 2015
El ave Fénix
Chile siempre ha tenido un "ave Fénix" que lo sacó de su desorden; ¿dónde está la actual?
Asaltos: ¿quién se preocupa de nosotros?
El martes de la semana pasada, con mis niños de 2, 5 y 7 años, mi marido y mi nana, vivimos uno de los peores momentos de nuestras vidas. Siete hombres encapuchados, vestidos de negro, con pistola en mano y sumamente agresivos, irrumpieron en nuestra casa, en Chicureo, y entraron a mi pieza gritando violentamente y haciendo un quiebre en nuestras vidas. Mis niños nunca recuperarán la inocencia de sus almas y nosotros nunca más viviremos en paz.
Cuando estábamos amarrados de manos y pies, y con uno de los encapuchados apuntándonos con su arma, sentí profundamente la fragilidad de la vida, pero no por algo fortuito, sino porque delincuentes invadieron la privacidad de mi casa sin ningún temor.
Ver cómo los hijos de uno tiemblan de miedo mientras miran con sus ojitos llenos de lágrimas cómo su casa, su lugar de protección, es completamente destrozado, violado, es un sentimiento inexplicable.
Después uno empieza a escuchar que estos jóvenes no pueden ir a la cárcel porque el daño puede ser mayor para ellos, pero ¿quién se preocupa de nosotros, del daño en nuestras vidas, del trauma experimentado?
Los Poderes del Estado no están funcionando, y la impunidad de la delincuencia en la que estamos viviendo los ciudadanos honrados y responsables es inaceptable.
Cuando estábamos amarrados de manos y pies, y con uno de los encapuchados apuntándonos con su arma, sentí profundamente la fragilidad de la vida, pero no por algo fortuito, sino porque delincuentes invadieron la privacidad de mi casa sin ningún temor.
Ver cómo los hijos de uno tiemblan de miedo mientras miran con sus ojitos llenos de lágrimas cómo su casa, su lugar de protección, es completamente destrozado, violado, es un sentimiento inexplicable.
Después uno empieza a escuchar que estos jóvenes no pueden ir a la cárcel porque el daño puede ser mayor para ellos, pero ¿quién se preocupa de nosotros, del daño en nuestras vidas, del trauma experimentado?
Los Poderes del Estado no están funcionando, y la impunidad de la delincuencia en la que estamos viviendo los ciudadanos honrados y responsables es inaceptable.
Este es el duro mensaje de una desesperada Madre.
miércoles, 24 de junio de 2015
Democracia fallida
Columnistas
Martes 23 de junio de 2015
"Está por verse si nuestra clase
política entra en razón y logra arreglar lo que ha roto o terminamos, como
nuestros vecinos, con una democracia de fachada o algo peor..."
La democracia, sostuvo Joseph Schumpeter, es un medio y no un fin en sí
mismo, por lo tanto, debe juzgarse por los resultados que produce. Karl Popper
diría que la democracia era un sistema de gobierno que permitía reemplazar unos
gobernantes por otros sin derramamiento de sangre. Y ese resultado, sin duda,
es suficiente para defenderla. Lamentablemente, cuando los gobiernos fracasan
en asegurar las condiciones mínimas que la población espera en términos de
seguridad y prosperidad es la democracia la que comienza a perder credibilidad
como sistema.
América Latina ha sido históricamente cuna de todo tipo de proyectos populistas y autoritarios producto de lo anterior. Venezuela, Ecuador, Argentina, Bolivia y Nicaragua son los casos actuales más dramáticos. En ninguno de esos países existe realmente democracia. A ellos se está sumando Chile, que ha logrado destruir en un año de gobierno socialista más de lo que logró construir en una década de gobiernos moderados. Los socialistas del siglo XXI chilenos, que con su obsesión de refundarlo todo llevaron al país a la que se perfila como su peor crisis económica en los últimos 25 años, no piensan dar marcha atrás en su proyecto populista.
Encabezando ese proyecto se encuentra la impopular Presidenta Bachelet asistida por hordas de intelectuales socialistas. Estos últimos, como enseñó Revel, él mismo un ex comunista, sobre todas las cosas desprecian la realidad. De ahí que por darle en el gusto a su embriaguez teórica están dispuestos a arruinarle la vida a millones de personas con bananerismos como asambleas constituyentes y promesas infantiles de "derechos sociales universales", como si el Estado creara la riqueza ex nihilo y el paraíso sobre la tierra dependiera de lo que dice una Constitución.
Se les advirtió a esos ingenieros sociales que la reforma tributaria sería un desastre para el país y que ni siquiera iba a recaudar lo que se propusieron, porque, como sabe cualquier persona que haya leído un texto introductorio a la economía, las alzas sustanciales de impuestos destruyen los incentivos a la inversión, más aún cuando son realizadas en medio de cantos refundacionales y revolucionarios que pulverizan las expectativas de emprendedores y de los creadores de empleo. Pero el bienestar de la población no es lo que le importa a los socialistas. De lo contrario no se explica que hayan insistido en una reforma laboral cuyo propósito parece ser "proteger" a los trabajadores de los malignos empresarios al desvincularlos completamente de su relación con ellos. Y claro, tiene sentido, después de todo en la lógica socialista un desempleado no tiene quien lo explote, ni quien abuse de él.
Si la reforma laboral se aprueba finalmente como está diseñada, el golpe al bienestar de los trabajadores chilenos, esos que por lo visto no importan demasiado a la ministra Rincón, será devastador. Pero hay más, porque nuestros iluminados todavía deben dilucidar cómo será la nueva Constitución. Lo que sí sabemos en todo caso es que, dígase lo que se quiera, ella será mucho peor que lo que tenemos hoy desde el punto de vista de la estabilidad institucional y económica del país. Nada de eso, hay que insistir en esto, preocupa a quienes gobiernan porque la fe socialista y la sed de poder es más importante. El ideal perseguido es tan noble y el botín tan grande, piensan, que no existe sacrificio lo suficientemente alto.
Así avanza Chile por el camino de Argentina, arruinando a un paso arrollador lo que tanto costó construir y socavando la credibilidad de la democracia en un país que ya no crea oportunidades sino que las destruye, que ha caído en una espiral delictiva cada vez más aguda -la que, por cierto, incluye un desatado terrorismo en el sur que ha sido estimulado por diversos gobiernos y por el Poder Judicial- y que no ofrece estabilidad ni diálogo pacífico, sino puro conflicto. Sumado al desprestigio de nuestros partidos e instituciones, todo este cuadro podría llevar tarde o temprano a que la gente de verdad pierda la fe en la democracia como un sistema capaz de ofrecer gobernabilidad, estabilidad social, seguridad personal y prosperidad económica. Y eso es lo más grave de toda esta historia. Porque no hay que engañarse: Chile cada vez se acerca más a convertirse en una democracia fallida, incapaz de garantizar seguridad, estabilidad y prosperidad.
Está por verse si nuestra clase política entra en razón y logra arreglar lo que ha roto o terminamos, como nuestros vecinos, con una democracia de fachada o algo peor.
América Latina ha sido históricamente cuna de todo tipo de proyectos populistas y autoritarios producto de lo anterior. Venezuela, Ecuador, Argentina, Bolivia y Nicaragua son los casos actuales más dramáticos. En ninguno de esos países existe realmente democracia. A ellos se está sumando Chile, que ha logrado destruir en un año de gobierno socialista más de lo que logró construir en una década de gobiernos moderados. Los socialistas del siglo XXI chilenos, que con su obsesión de refundarlo todo llevaron al país a la que se perfila como su peor crisis económica en los últimos 25 años, no piensan dar marcha atrás en su proyecto populista.
Encabezando ese proyecto se encuentra la impopular Presidenta Bachelet asistida por hordas de intelectuales socialistas. Estos últimos, como enseñó Revel, él mismo un ex comunista, sobre todas las cosas desprecian la realidad. De ahí que por darle en el gusto a su embriaguez teórica están dispuestos a arruinarle la vida a millones de personas con bananerismos como asambleas constituyentes y promesas infantiles de "derechos sociales universales", como si el Estado creara la riqueza ex nihilo y el paraíso sobre la tierra dependiera de lo que dice una Constitución.
Se les advirtió a esos ingenieros sociales que la reforma tributaria sería un desastre para el país y que ni siquiera iba a recaudar lo que se propusieron, porque, como sabe cualquier persona que haya leído un texto introductorio a la economía, las alzas sustanciales de impuestos destruyen los incentivos a la inversión, más aún cuando son realizadas en medio de cantos refundacionales y revolucionarios que pulverizan las expectativas de emprendedores y de los creadores de empleo. Pero el bienestar de la población no es lo que le importa a los socialistas. De lo contrario no se explica que hayan insistido en una reforma laboral cuyo propósito parece ser "proteger" a los trabajadores de los malignos empresarios al desvincularlos completamente de su relación con ellos. Y claro, tiene sentido, después de todo en la lógica socialista un desempleado no tiene quien lo explote, ni quien abuse de él.
Si la reforma laboral se aprueba finalmente como está diseñada, el golpe al bienestar de los trabajadores chilenos, esos que por lo visto no importan demasiado a la ministra Rincón, será devastador. Pero hay más, porque nuestros iluminados todavía deben dilucidar cómo será la nueva Constitución. Lo que sí sabemos en todo caso es que, dígase lo que se quiera, ella será mucho peor que lo que tenemos hoy desde el punto de vista de la estabilidad institucional y económica del país. Nada de eso, hay que insistir en esto, preocupa a quienes gobiernan porque la fe socialista y la sed de poder es más importante. El ideal perseguido es tan noble y el botín tan grande, piensan, que no existe sacrificio lo suficientemente alto.
Así avanza Chile por el camino de Argentina, arruinando a un paso arrollador lo que tanto costó construir y socavando la credibilidad de la democracia en un país que ya no crea oportunidades sino que las destruye, que ha caído en una espiral delictiva cada vez más aguda -la que, por cierto, incluye un desatado terrorismo en el sur que ha sido estimulado por diversos gobiernos y por el Poder Judicial- y que no ofrece estabilidad ni diálogo pacífico, sino puro conflicto. Sumado al desprestigio de nuestros partidos e instituciones, todo este cuadro podría llevar tarde o temprano a que la gente de verdad pierda la fe en la democracia como un sistema capaz de ofrecer gobernabilidad, estabilidad social, seguridad personal y prosperidad económica. Y eso es lo más grave de toda esta historia. Porque no hay que engañarse: Chile cada vez se acerca más a convertirse en una democracia fallida, incapaz de garantizar seguridad, estabilidad y prosperidad.
Está por verse si nuestra clase política entra en razón y logra arreglar lo que ha roto o terminamos, como nuestros vecinos, con una democracia de fachada o algo peor.
martes, 2 de junio de 2015
El desafío
"Unas cuantas señales acertadas pueden bastar para reencender los poderosos motores de progreso con los que cuenta una economía de libre mercado..."
7 Comentarios
Juan Andrés Fontai El mensaje vino de la
mismísima Presidenta Bachelet el pasado 21: "...sin crecimiento fuerte y sostenido, las políticas de equidad e inclusión carecen de bases sólidas". Habiendo privilegiado su gobierno la redistribución de ingresos, y logrado un magro 2,4% de crecimiento en su primer año, esas palabras no pueden sino interpretarse como una saludable retractación. El desafío del nuevo ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, es rectificar el rumbo.
mismísima Presidenta Bachelet el pasado 21: "...sin crecimiento fuerte y sostenido, las políticas de equidad e inclusión carecen de bases sólidas". Habiendo privilegiado su gobierno la redistribución de ingresos, y logrado un magro 2,4% de crecimiento en su primer año, esas palabras no pueden sino interpretarse como una saludable retractación. El desafío del nuevo ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, es rectificar el rumbo.
El programa legislativo del Gobierno ha creado un ambiente antagónico a la inversión y la productividad, principales fuentes del crecimiento futuro. Hace bien el ministro en comprometerse a cuidar la "ingeniería de detalle" de las reformas, en crear confianza entre los inversionistas y no depender solo de la expansión del gasto fiscal, ya muy acelerada. Hace bien la Confederación de la Producción y del Comercio en reunir una comisión de alto nivel técnico para proponer iniciativas en favor de una mayor productividad. Pero la tarea será ardua.
La misma semana en que la Presidenta emitía su revelador pronunciamiento, el Comité de Ministros de su gobierno -instancia eminentemente política- echaba abajo la resolución ambiental regional para un proyecto minero en Arica y creaba un santuario de la naturaleza en un cajón cordillerano de la Región del Maule, lo que probablemente dificultará la aprobación de un proyecto hidroeléctrico allí situado. La politización de las decisiones ambientales -que abarca también a muchos de los fallos judiciales vinculados a ellas- es hoy el principal obstáculo a la inversión en Chile. Mirando hacia adelante, la excesiva carga tributaria sobre las empresas, la extemporánea reforma laboral y el amenazante "proceso constituyente" pesan muy adversamente sobre la rentabilidad y el riesgo de las inversiones.
Chile está descendiendo en los rankings internacionales de competitividad -según el último, cayó cuatro puestos el año pasado y 10 puestos desde el 2011-, y el Gobierno no le ha dado la prioridad que se merece a la tarea de fomentar la productividad que habíamos comenzado en la administración anterior. Aunque mucho de ese esfuerzo quedó a medio camino, ayudó a impulsar una auspiciosa ola de emprendimiento e innovación. Todavía hoy el ritmo de creación de sociedades es de 8.000 al mes, 2,5 veces superior a lo que solía ser. La inversión privada en investigación y desarrollo acogida a beneficio tributario alcanzó los US$ 50 millones el 2014, quintuplicando lo registrado dos años antes. La experiencia indica que unas cuantas señales acertadas pueden bastar para reencender los poderosos motores de progreso con los que cuenta una economía de libre mercado.
La semana política
"Una estrategia políticocomunicacional que pasa por alto los hechos choca con el sentido común y trae como reacción el rechazo..."
El respeto a la figura presidencial no se vincula con el mayor o menor acierto en el ejercicio de sus tareas, sino con el reconocimiento de su papel dentro del Estado.
Discurso insostenible
La Moneda debe abandonar la actitud de seguir negando la existencia de la "precampaña" que antecedió al retorno de Michelle Bachelet a Chile, en marzo de 2013. Persistir en ese discurso, desmentido por los principales dirigentes de partidos oficialistas, solo deteriorará la credibilidad de la Mandataria, ya fuertemente dañada por el caso Caval, según han mostrado todas las encuestas.
Desde luego, aquella negación contradice hechos ampliamente informados en su momento por la prensa, como fue el desarrollo de diversas acciones ejecutadas por un grupo de personas que trabajó para preparar el regreso de la Presidenta, en una labor política que incluyó viajes de coordinación a Nueva York, elaboraciones programáticas y hasta registros audiovisuales luego usados en la franja de propaganda electoral. Raya en la ingenuidad pretender que la ciudadanía crea que la decisión de Bachelet de repostularse solo se adoptó días antes de volver a Chile, en circunstancias que la elección municipal de 2012 fue enfrentada por la centroizquierda (incluida una parte de la DC) usando su figura como baluarte, y que ya en el segundo semestre de ese año no existía otra candidatura viable en el sector.
Una estrategia político-comunicacional que pasa por alto aquellos hechos choca con el sentido común y trae como reacción el rechazo. Por lo mismo, es grave que miembros del nuevo gabinete político, respecto de cuyo desempeño el país alberga importantes esperanzas, hayan debido gastar parte de su capital intentando justificar un discurso insostenible.
Por cierto, el pronto sinceramiento de aquello no significa suponer que la Presidenta haya avalado cada una de las actuaciones de las personas que participaron de la precampaña ni que haya autorizado los mecanismos a que recurrieron para allegar financiamiento. Siendo innegable el que mucho antes de su retorno a Chile hubo quienes se reunieron con directivos de grupos económicos y solicitaron recursos usando su nombre, corresponde a las instancias pertinentes evaluar la legalidad de las fórmulas utilizadas para materializar esos aportes. Pero respecto de la Mandataria, habiendo afirmado de modo enfático su desconocimiento de tales prácticas, no cabe sino aceptar su palabra. Poner en duda esta sin existir antecedentes de peso supone banalizar la institución de la Presidencia, pieza fundamental de nuestro andamiaje institucional.
Imperativa defensa del mandato democrático
Desde los albores de la República y con independencia de quienes han ejercido el cargo, la figura del Jefe de Estado ha encarnado la unidad nacional y los intereses permanentes del país -de hecho, cuando ello ha dejado de ocurrir, ha dado origen a las más graves crisis de nuestra historia-. El respeto a dicha figura no se vincula, pues, con el mayor o menor acierto en el ejercicio de las tareas gubernamentales, sino con el reconocimiento de su papel dentro del Estado. Ello es particularmente evidente en el caso de la Presidenta Bachelet, elegida por más del 60% de los votantes para dirigir al país por un período de cuatro años.
Sorprende, por lo mismo, la irresponsabilidad de ciertos constitucionalistas y otros dirigentes que parecen ver en la caída de la confianza pública una oportunidad para llevar a cabo sus tesis maximalistas. Declarar frívolamente la supuesta ilegitimidad de quienes han sido elegidos representantes populares implica desconocer el mandato ciudadano y el propio Estado de Derecho, pretendiendo sustituirlo por la acción de ciertos grupos de interés con alta capacidad de movilización. Lejos de abrir paso a una era de utópica igualdad, la erosión de las instituciones solo franquea el camino al abuso, como lo demuestran lamentables ejemplos en la región. A la larga, "la calle" y la urna de votación son opciones incompatibles, y frente a esa dicotomía, la defensa del mandato democrático constituye un imperativo.
Discurso insostenible
La Moneda debe abandonar la actitud de seguir negando la existencia de la "precampaña" que antecedió al retorno de Michelle Bachelet a Chile, en marzo de 2013. Persistir en ese discurso, desmentido por los principales dirigentes de partidos oficialistas, solo deteriorará la credibilidad de la Mandataria, ya fuertemente dañada por el caso Caval, según han mostrado todas las encuestas.
Desde luego, aquella negación contradice hechos ampliamente informados en su momento por la prensa, como fue el desarrollo de diversas acciones ejecutadas por un grupo de personas que trabajó para preparar el regreso de la Presidenta, en una labor política que incluyó viajes de coordinación a Nueva York, elaboraciones programáticas y hasta registros audiovisuales luego usados en la franja de propaganda electoral. Raya en la ingenuidad pretender que la ciudadanía crea que la decisión de Bachelet de repostularse solo se adoptó días antes de volver a Chile, en circunstancias que la elección municipal de 2012 fue enfrentada por la centroizquierda (incluida una parte de la DC) usando su figura como baluarte, y que ya en el segundo semestre de ese año no existía otra candidatura viable en el sector.
Una estrategia político-comunicacional que pasa por alto aquellos hechos choca con el sentido común y trae como reacción el rechazo. Por lo mismo, es grave que miembros del nuevo gabinete político, respecto de cuyo desempeño el país alberga importantes esperanzas, hayan debido gastar parte de su capital intentando justificar un discurso insostenible.
Por cierto, el pronto sinceramiento de aquello no significa suponer que la Presidenta haya avalado cada una de las actuaciones de las personas que participaron de la precampaña ni que haya autorizado los mecanismos a que recurrieron para allegar financiamiento. Siendo innegable el que mucho antes de su retorno a Chile hubo quienes se reunieron con directivos de grupos económicos y solicitaron recursos usando su nombre, corresponde a las instancias pertinentes evaluar la legalidad de las fórmulas utilizadas para materializar esos aportes. Pero respecto de la Mandataria, habiendo afirmado de modo enfático su desconocimiento de tales prácticas, no cabe sino aceptar su palabra. Poner en duda esta sin existir antecedentes de peso supone banalizar la institución de la Presidencia, pieza fundamental de nuestro andamiaje institucional.
Imperativa defensa del mandato democrático
Desde los albores de la República y con independencia de quienes han ejercido el cargo, la figura del Jefe de Estado ha encarnado la unidad nacional y los intereses permanentes del país -de hecho, cuando ello ha dejado de ocurrir, ha dado origen a las más graves crisis de nuestra historia-. El respeto a dicha figura no se vincula, pues, con el mayor o menor acierto en el ejercicio de las tareas gubernamentales, sino con el reconocimiento de su papel dentro del Estado. Ello es particularmente evidente en el caso de la Presidenta Bachelet, elegida por más del 60% de los votantes para dirigir al país por un período de cuatro años.
Sorprende, por lo mismo, la irresponsabilidad de ciertos constitucionalistas y otros dirigentes que parecen ver en la caída de la confianza pública una oportunidad para llevar a cabo sus tesis maximalistas. Declarar frívolamente la supuesta ilegitimidad de quienes han sido elegidos representantes populares implica desconocer el mandato ciudadano y el propio Estado de Derecho, pretendiendo sustituirlo por la acción de ciertos grupos de interés con alta capacidad de movilización. Lejos de abrir paso a una era de utópica igualdad, la erosión de las instituciones solo franquea el camino al abuso, como lo demuestran lamentables ejemplos en la región. A la larga, "la calle" y la urna de votación son opciones incompatibles, y frente a esa dicotomía, la defensa del mandato democrático constituye un imperativo.
Eficacia gubernamental en cuestión
La superación del entrampamiento que vive el Gobierno es también necesaria por una cuestión de eficacia. Durante las últimas semanas se ha producido una acumulación de problemas que exigen la atención de los equipos del Ejecutivo. El recién concluido paro aduanero no solo afectó al comercio exterior, sino que puso en riesgo el cumplimiento de las garantías que Chile entrega a Bolivia en un momento crítico, luego de los recientes alegatos en La Haya. La delincuencia, en tanto, ha alcanzado nuevas cotas de audacia en su actuar, mientras la violencia en La Araucanía se agudiza impunemente y en Santiago se incurre en imprudencias como autorizar una marcha nocturna cuyo resultado en términos de desmanes era perfectamente predecible. A su vez, la fórmula ideada para avanzar a la gratuidad en la educación superior, lejos de contener al movimiento estudiantil, genera transversal rechazo, al tiempo que en Salud la propia Presidenta ha debido reconocer la incapacidad de su administración para ejecutar las inversiones prometidas.
Ciertamente se requiere crear las condiciones para que La Moneda pueda destinar sus esfuerzos a abordar estas materias, en lugar de tener que consumirlos en el seguimiento de casos judiciales y la defensa de tesis peregrinas.
El zapato volador que no veremos"
¿Se imaginan qué pasaría si la Presidenta Bachelet y Sergio Jadue aparecen juntos en el Estadio Nacional para inaugurar la Copa América?.."
Estamos a dos dias de junio y con junio llega la Copa América, que se inaugura el jueves 11 a las 20:30 horas.
Creo que todos estábamos esperando con ansias que llegara luego esa fecha. Los que disfrutamos con el fútbol queríamos ver a varios de los mejores jugadores del mundo haciendo maravillas sobre pastos chilenos. Pero también hay otros, como los políticos, que han tenido un pésimo semestre y que necesitan que la atención de las multitudes se concentre en otros asuntos distintos al lamentable espectáculo que han dado durante los últimos meses.
Incluso más. Los gobernantes de las naciones se pelean por ser anfitriones de un gran evento deportivo internacional: la agenda se llena de noticias positivas y populares al tiempo que la población se olvida, al menos por algunas semanas, de sus problemas cotidianos. El país se une en torno a su selección y la gente suele tener un buen comportamiento, porque a todos nos importa dejar una buena impresión ante los miles de turistas que llegan a participar de la fiesta deportiva. Es el mismo fenómeno que ocurre con las familias que siempre quieren tener la casa llena de visitas para maquillar lo que algunos llaman "la tragedia doméstica de la vida cotidiana".
Los gobiernos que organizan campeonatos mundiales o juegos olímpicos usualmente mejoran su popularidad en las encuestas. Por eso, presidentes, ministros, parlamentarios y alcaldes siempre intentarán tener el máximo protagonismo en todos los eventos relacionados con el torneo en cuestión.
Pero la mala noticia para nuestras autoridades de turno es que la Copa América 2015 no parece ser el mejor momento para intentar la otrora recomendable simbiosis entre fútbol y política.
¿O se imaginan qué pasaría si la Presidenta Bachelet y Sergio Jadue, presidente de la ANFP, se suben juntos a un escenario instalado en el centro del Estadio Nacional para dar por inaugurada la Copa América? Y ojo que ni siquiera estoy contemplando que se asome Joseph Blatter, recién re-re-re-re-reelegido presidente de la FIFA. Yo supongo que la pifiadera se escucharía hasta Zurich, donde está la sede de la Federación Internacional de Fútbol.v Así las cosas, yo me atrevería a descartar desde ya los siguientes acontecimientos:
-"Puntapié inicial" de la gobernante , con zapato volador incluido, en ninguno de los 26 partidos que contempla el torneo.
- Presencia de Sebastián Dávalos Bachelet en la tribuna presidencial para cualquiera de los encuentros, salvo que se quiera poner a prueba la Ley de Violencia en los Estadios. Las entradas que ocuparía él se las podrían ceder al señor que compró los terrenos a Caval.
-Arribo a Chile de varios de los más altos dirigentes del fútbol mundial y de encumbradísimos ejecutivos de las empresas que se ganaron los derechos de la Copa América. Algunos están presos en Suiza; un par, internados en clínicas, y el resto fugados o fondeados. Sus asientos podrían sortearlos entre los estudiantes universitarios vulnerables que no serán favorecidos por la gratuidad el próximo año.
Si hacemos esto, quizás podamos disfrutar tranquilos de una Copa América que nos deleite con fútbol... y solo fútbol. Para que nos dé un poco de alegría a nuestro corazón; es lo único que le pedimos, al menos hoy.
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