jueves, 14 de mayo de 2015

Urge formar profesores de excelencia



Víctor Pérez: "La formación inicial y desarrollo profesional de profesores de excelencia tiene la máxima prioridad, pero requiere voluntad política, oficio y recursos, nada de lo cual pareciera estar disponible...".







El proyecto de ley sobre carrera docente busca mejorar la calidad de la educación escolar al aumentar significativamente las remuneraciones de los profesores y los estímulos para su desarrollo profesional, así como las exigencias académicas a quienes ingresan a estudiar Pedagogía, a quienes se titulan como profesores, y a las universidades que los forman.

Esto es necesario, pero no es suficiente. Si se quiere que la calidad de la educación escolar no siga siendo mediocre, y la inequidad y desigualdad, intolerables, Chile necesita un cambio radical y urgente en la manera como forma a sus profesores. Ellos son el factor diferenciador para mejorar en el aula la calidad de la educación.

Es un craso error seguir creyendo que formar profesores de excelencia es un proceso simple y barato -las mejores prácticas internacionales reconocen que es complejo y caro-, y que mejorar la formación docente se obtendrá principalmente con mayores exigencias y controles sobre los estudiantes y las instituciones que los forman.

Actualmente hay más de cien mil estudiantes de Pedagogía, y una fracción no menor estudia en instituciones con acreditaciones mediocres y que los aceptaron con puntajes menores a 500 puntos en la PSU. Esto es una bomba de tiempo. ¿Cuántos recursos de todo tipo, y por cuánto tiempo, habrá que destinar a perfeccionarlos una vez que estén en el aula para que se desempeñen razonablemente?

Es increíble que no se reconozca que las facultades de Educación tienen en general presupuestos escasos -a menudo solo los aranceles de sus estudiantes- que impiden cualquier inversión y desarrollo. Como consecuencia, tienen cuerpos académicos con formación y desempeños heterogéneos, mal remunerados y trabajando en ambientes con pocas oportunidades y oficio para la docencia e investigación de calidad. Además de agudas carencias y obsolescencias en infraestructura, laboratorios docentes, recursos didácticos y metodologías pedagógicas. Es cosa de visitarlas para darse cuenta de que, por más que se las controle y exija, y por más esfuerzos que ellas hagan, con los recursos disponibles es bien poco más lo que se puede obtener de ellas para mejorar la calidad de la formación que entregan y la investigación que realizan. Lo único que puede hacer la diferencia es apoyarlas con exigentes convenios de desempeño.

Es urgente establecer un fondo de US$ 500 millones en 10 años para financiar propuestas de universidades con reconocimiento académico, distribuidas en todo el territorio, que se comprometan institucionalmente a través de sus facultades de Educación a colocar la formación inicial y desarrollo profesional de profesores y la investigación en educación -según estándares de calidad internacionales- en el centro de su quehacer, con la participación de todas las disciplinas y académicos en esta tarea.

Estas facultades debieran convertirse en nodos articuladores de una Red Nacional de Facultades de Educación, comprometiéndose a: i) basar la formación inicial de profesores en modelos educativos acordes con el desarrollo humano, cognitivo, afectivo y valorativo de los alumnos en una sociedad democrática, diversa, pluralista, multicultural y libre intelectualmente; ii) contratar en conjunto a 200 académicos con doctorado en el período -en las diferentes áreas de la educación y disciplinas a enseñar-, que hayan trabajado en el aula, bien remunerados y con amplias oportunidades de perfeccionamiento; iii) incorporar profesores de colegio con experiencia exitosa en el aula; iv) crear programas de calidad para el desarrollo docente y liderazgo educativo y pedagógico; v) invertir en infraestructura y laboratorios docentes modernos; vi) establecer alianzas estratégicas con facultades de Educación de prestigio mundial; vii) trabajar en prácticas docentes e investigación en el aula con redes de establecimientos escolares y jardines infantiles en sectores sociales vulnerables, comprometiéndose a mejorar la calidad educacional de estos; viii) establecer centros de experimentación de metodologías pedagógicas y recursos didácticos; ix) crear centros de investigación en educación; x) desarrollar plataformas virtuales que pongan a disposición de todos los educadores del país los resultados obtenidos.

La formación inicial y desarrollo profesional de profesores de excelencia tiene la máxima prioridad y urgencia nacional, pero requiere voluntad política, oficio y recursos, nada de lo cual pareciera estar disponible.

Víctor Pérez Vera
Ex rector Universidad de Chile

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