"Las abuelas se quejan de que los jóvenes de hoy no tienen sentido de la historia, de la familia en el tiempo. El pasado parece ser tema de los libros de historia. Existe el presente y los planes futuros. No preguntan, piden..."
El amor se ha transformado en una pega.
Yo tenía una abuela que fue tal vez la figura femenina más importante de mi vida. Era un monumento de solidez. Una roca. Un lugar seguro. Con ella no hacíamos nada espectacular, ir al cine dos veces al año y visitar un convento una vez al año. Estaba sentada casi siempre en el mismo lugar y conversábamos. De este mundo y del otro. Era severa. Estaba disponible.
Una joven se queja de que las abuelas de hoy trabajan, manejan, están ocupadas, tienen panoramas, ayudan con los nietos porque están activas, pero no están disponibles. ¡Están apuradas!
Las abuelas se quejan de que los jóvenes de hoy no tienen sentido de la historia, de la familia en el tiempo. El pasado parece ser tema de los libros de historia. Existe el presente y los planes futuros. No preguntan, piden.
¡Es que todos estamos apurados! Y es verdad que se requiere tiempo para crear vínculos, para conocerse bien. Para contar historias. Las relaciones y las certezas se crean en el tiempo y están hechas de a dos. Los niños aprenden a preguntar cuando sus padres se lo enseñan. De lo contrario todo es inmediato y apurado. Nadie está disponible para el pasado. Hay mucho que hacer, mucho que comprar, mucho que ver, mucho que viajar. ¿Cómo van a aprender los niños y jóvenes a conversar cuando los adultos no están disponibles?
Propongo el amor con tiempos muertos, con silencios, con historia. Creo que los lugares seguros y la disponibilidad están relacionados. Propongo perderle el miedo al silencio y darles importancia a las preguntas.
Yo tenía una abuela que fue tal vez la figura femenina más importante de mi vida. Era un monumento de solidez. Una roca. Un lugar seguro. Con ella no hacíamos nada espectacular, ir al cine dos veces al año y visitar un convento una vez al año. Estaba sentada casi siempre en el mismo lugar y conversábamos. De este mundo y del otro. Era severa. Estaba disponible.
Una joven se queja de que las abuelas de hoy trabajan, manejan, están ocupadas, tienen panoramas, ayudan con los nietos porque están activas, pero no están disponibles. ¡Están apuradas!
Las abuelas se quejan de que los jóvenes de hoy no tienen sentido de la historia, de la familia en el tiempo. El pasado parece ser tema de los libros de historia. Existe el presente y los planes futuros. No preguntan, piden.
¡Es que todos estamos apurados! Y es verdad que se requiere tiempo para crear vínculos, para conocerse bien. Para contar historias. Las relaciones y las certezas se crean en el tiempo y están hechas de a dos. Los niños aprenden a preguntar cuando sus padres se lo enseñan. De lo contrario todo es inmediato y apurado. Nadie está disponible para el pasado. Hay mucho que hacer, mucho que comprar, mucho que ver, mucho que viajar. ¿Cómo van a aprender los niños y jóvenes a conversar cuando los adultos no están disponibles?
Propongo el amor con tiempos muertos, con silencios, con historia. Creo que los lugares seguros y la disponibilidad están relacionados. Propongo perderle el miedo al silencio y darles importancia a las preguntas.
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