Un amigo me habló de un libro que comparaba la vida con un viaje en tren. Un viaje muy interesante al ser bien interpretado. Exactamente así, la vida no pasa de ser eso, un viaje en tren lleno de embarques y desembarques, algunos accidentes, sorpresas agradables en algunos momentos y en otras grandes tristezas. Al nacer entramos a ese tren y nos entregamos en las manos de algunas personas que pensamos, estarán siempre en ese viaje con nosotros: nuestros padres, desgraciadamente eso no es verdad; en alguna estación ellos bajan y nos privan de su cariño, amistad y compañía irremplazables... además que personas interesantes y que pueden llegar a ser muy especiales para nosotros, abordaran el tren en algún momento. También llegaran nuestros hermanos, amigos y maravillosos amores. Muchas personas toman ese tren, solo para pasear, otras encuentran en el viaje solamente tristezas, y otros circularan por él, listos para ayudar a quien los necesite. Muchos al bajar dejan recuerdos eternos, algunos otros pasan por allí de tal manera que cuando desocupan sus asientos, nadie percibe sus ausencias. Es muy común que muchos pasajeros, que nos son muy queridos se ubiquen en vagones diferentes al nuestro, por lo tanto nos vemos obligados a hacer el trayecto separados de ellos, eso no nos impide que durante el viaje atravesemos muchas veces con grandes dificultades nuestro vagón para llegar hasta el que es ocupado por nuestros seres especiales, solo que difícilmente nos podremos sentar a su lado, muchas veces puede haber alguien ocupando ese lugar. Nada importa, el viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas, despedidas. Eso sí, jamás tiene retorno, siempre va hacia delante. Hagamos el viaje de la mejor manera posible, tratando de relacionarnos bien con todos los pasajeros, sin hipocresías, buscando en cada uno de ellos lo mejor que tengan para ofrecer. Recordando, siempre, que en cualquier momento del camino ellos podrán flaquear, es necesario entender esto pues, probablemente, nosotros a lo largo del camino, flaquearemos muchas veces, y seguramente habrá alguien que nos entienda como nosotros hemos entendido a nuestro prójimo. El gran misterio, al final, es que jamás sabremos en cual parada nos bajaremos, y mucho menos nuestros compañeros y ni siquiera el que esta sentado más próximo a nosotros, justo en el asiento de al lado. Me quedo pensando si al bajarme de ese tren sentiré nostalgia... creo que si la sentiré, al separarme de los amigos hechos durante el trayecto, será al menos doloroso. El dejar a mis hijos continuar solos el viaje, será extremadamente triste, pero me agarraré a la esperanza de llegar, en algún momento a la estación principal, y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían en el momento de embarcar, y lo que más feliz me dejará será pensar, que yo colabore en el crecimiento de ese equipaje y en hacerlo más valioso. |
miércoles, 26 de noviembre de 2014
EL TREN DE LA VIDA
La Felicidad
La felicidad no depende de lo que pasa a nuestro alrededor... sino de lo que pasa dentro de nosotros.
La felicidad se mide por el espíritu con el cual nos enfrentamos a los problemas de la vida.
La felicidad... ¡es un asunto de valentía!; es tan fácil sentirse deprimido y desesperado...
La felicidad... ¡es un estado de ánimo!; no somos felices en tanto no decidamos serlo.
La felicidad... ¡no consiste en hacer siempre lo que queramos!; pero sí en querer todo lo que hagamos.
La felicidad nace de poner nuestro corazón en el trabajo... y de hacerlo con alegría y entusiasmo.
La felicidad, no tiene recetas... cada quien la cocina con el sazón de su propia meditación.
La felicidad... ¡no es una posada en el camino... sino una forma de caminar por la vida!
martes, 25 de noviembre de 2014
Sí a la Teletón
E. Sommella, R. Poblete, P. Jaramillo y R. Garay: "Hay mucho por hacer en el área de la rehabilitación, pero no lo vamos a lograr descalificando a quienes están haciendo una labor tan importante por nuestros niños con discapacitacion.
Nadie puede desconocer la tremenda labor que ha realizado la Teletón, durante sus 36 años de existencia. Además de los niños que ha rehabilitado, ha contribuido a cambiar la imagen que la sociedad tenía de las personas con discapacidad, sacando a la luz una realidad que permanecía oculta. No olvidemos que, antiguamente, a estas personas se las escondía en las casas o en instituciones, no se las sacaba a la calle, se las consideraba una vergüenza, un castigo de Dios. Ni hablar de derechos o integración: se las veía con lástima.
Gracias al esfuerzo y la perseverancia de muchas organizaciones esto fue cambiando; pero es indudable que la televisión es una gran ventana que la campaña de las 27 horas de amor utilizó muy bien para decirnos que había miles de niños que necesitaban urgente una oportunidad para mejorar su calidad de vida.
Hay quienes dicen que la Teletón utiliza las historias de los niños para causar lástima. Muy por el contrario, cada historia es una lección de valor, de esfuerzo, de esperanza, de superación, de familias que logran salir adelante porque existe un lugar en donde se las acoge y se les brinda un tratamiento de rehabilitación de primer nivel. Y provocan admiración, jamás lástima. Quienes sienten lástima al conocer estos testimonios de vida no entienden que, a través de la solidaridad, podemos entregar lo que por justicia puede tardar mucho tiempo en llegar. Y si nos hacen llorar, ¡qué bueno!, las emociones son parte de la vida. El día que el dolor de nuestro prójimo no nos afecte, no nos emocione, estaremos perdidos. Las 27 horas de amor de la Teletón son una inyección de humanidad, que nos hace sentir mejores personas, nos mueve hacia los demás, y nos da la oportunidad de hacer algo por quienes enfrentan una vida más difícil.
Otros afirman que la campaña de la Teletón refuerza la idea de que las personas con discapacidad son enfermos e incapaces de desarrollarse y aportar a la sociedad. Bueno, para que las personas con discapacidad puedan aportar al desarrollo de la sociedad, tienen que recibir primero una rehabilitación de calidad, y eso es lo que reciben los niños en la Teletón; solo así se convertirán en jóvenes, y luego en adultos, con una mejor calidad de vida, más seguros de sí mismos, muchos integrados laboralmente, que han formado familia, capaces de tomar sus propias decisiones.
Hay mucho por hacer, todavía, en el área de la rehabilitación, especialmente en el segmento desde los 24 años hacia arriba; pero no lo vamos a lograr descalificando a quienes están haciendo una labor tan importante por nuestros niños con discapacidad, los que no pueden esperar a que el Estado se haga cargo, porque es el Estado el que está en deuda con ellos en el tema de la rehabilitación. No responsabilizando a la Teletón por lo que no hace el Estado. Ahora, ¿podría el Estado hacerse cargo de los 13 Centros de Rehabilitación que se han creado a lo largo del país? Por supuesto que no. Si no se realiza más la Teletón, como exigen algunos, ¿cómo se sostienen entonces los 13 centros distribuidos por el país?
Como Fundación Esperanza Nuestra, organización de y para personas con discapacidad física, llevamos 44 años trabajando por sus necesidades. No recibimos apoyo ni aportes del Estado, pero seguimos entregando este servicio porque es necesario y muchas personas se rehabilitan cada año en nuestras instalaciones.
Ya es hora de que las organizaciones de y para personas con discapacidad comencemos a trabajar unidas, dejando de lado los personalismos, las críticas destructivas, el individualismo, la mala onda. Si no nos presentamos ante las autoridades como una sola fuerza, reivindicadora de nuestros derechos, exigiendo el cumplimiento de la ley y las convenciones, la inclusión que todos anhelamos tardará mucho más en hacerse realidad.
Siempre es mejor sumar que restar. Todos los esfuerzos y acciones que se realicen en pos de la rehabilitación, la integración y la inclusión de las personas con discapacidad de nuestro país son importantes y necesarios. Basta de cuestionar la solidaridad de la mayoría de los chilenos que, afortunadamente, se sienten comprometidos con los niños de la Teletón y orgullosos de poder contribuir a su rehabilitación.
Eugenio Sommella Vargas
Presidente
P. Renato Poblete Ilharreborde S. J.
Capellán
Patricio Jaramillo Fuentes
Director ejecutivo
Fundación Esperanza Nuestra
Rossana Garay Klaasen
Coordinadora jefe
Movimiento Esperanza Nuestra
Gracias al esfuerzo y la perseverancia de muchas organizaciones esto fue cambiando; pero es indudable que la televisión es una gran ventana que la campaña de las 27 horas de amor utilizó muy bien para decirnos que había miles de niños que necesitaban urgente una oportunidad para mejorar su calidad de vida.
Hay quienes dicen que la Teletón utiliza las historias de los niños para causar lástima. Muy por el contrario, cada historia es una lección de valor, de esfuerzo, de esperanza, de superación, de familias que logran salir adelante porque existe un lugar en donde se las acoge y se les brinda un tratamiento de rehabilitación de primer nivel. Y provocan admiración, jamás lástima. Quienes sienten lástima al conocer estos testimonios de vida no entienden que, a través de la solidaridad, podemos entregar lo que por justicia puede tardar mucho tiempo en llegar. Y si nos hacen llorar, ¡qué bueno!, las emociones son parte de la vida. El día que el dolor de nuestro prójimo no nos afecte, no nos emocione, estaremos perdidos. Las 27 horas de amor de la Teletón son una inyección de humanidad, que nos hace sentir mejores personas, nos mueve hacia los demás, y nos da la oportunidad de hacer algo por quienes enfrentan una vida más difícil.
Otros afirman que la campaña de la Teletón refuerza la idea de que las personas con discapacidad son enfermos e incapaces de desarrollarse y aportar a la sociedad. Bueno, para que las personas con discapacidad puedan aportar al desarrollo de la sociedad, tienen que recibir primero una rehabilitación de calidad, y eso es lo que reciben los niños en la Teletón; solo así se convertirán en jóvenes, y luego en adultos, con una mejor calidad de vida, más seguros de sí mismos, muchos integrados laboralmente, que han formado familia, capaces de tomar sus propias decisiones.
Hay mucho por hacer, todavía, en el área de la rehabilitación, especialmente en el segmento desde los 24 años hacia arriba; pero no lo vamos a lograr descalificando a quienes están haciendo una labor tan importante por nuestros niños con discapacidad, los que no pueden esperar a que el Estado se haga cargo, porque es el Estado el que está en deuda con ellos en el tema de la rehabilitación. No responsabilizando a la Teletón por lo que no hace el Estado. Ahora, ¿podría el Estado hacerse cargo de los 13 Centros de Rehabilitación que se han creado a lo largo del país? Por supuesto que no. Si no se realiza más la Teletón, como exigen algunos, ¿cómo se sostienen entonces los 13 centros distribuidos por el país?
Como Fundación Esperanza Nuestra, organización de y para personas con discapacidad física, llevamos 44 años trabajando por sus necesidades. No recibimos apoyo ni aportes del Estado, pero seguimos entregando este servicio porque es necesario y muchas personas se rehabilitan cada año en nuestras instalaciones.
Ya es hora de que las organizaciones de y para personas con discapacidad comencemos a trabajar unidas, dejando de lado los personalismos, las críticas destructivas, el individualismo, la mala onda. Si no nos presentamos ante las autoridades como una sola fuerza, reivindicadora de nuestros derechos, exigiendo el cumplimiento de la ley y las convenciones, la inclusión que todos anhelamos tardará mucho más en hacerse realidad.
Siempre es mejor sumar que restar. Todos los esfuerzos y acciones que se realicen en pos de la rehabilitación, la integración y la inclusión de las personas con discapacidad de nuestro país son importantes y necesarios. Basta de cuestionar la solidaridad de la mayoría de los chilenos que, afortunadamente, se sienten comprometidos con los niños de la Teletón y orgullosos de poder contribuir a su rehabilitación.
Eugenio Sommella Vargas
Presidente
P. Renato Poblete Ilharreborde S. J.
Capellán
Patricio Jaramillo Fuentes
Director ejecutivo
Fundación Esperanza Nuestra
Rossana Garay Klaasen
Coordinadora jefe
Movimiento Esperanza Nuestra
Internet y erotización
"Tener una comunicación clara y directa de manera de dialogar sin evadir los temas y poniendo límites, es fundamental. El autocuidado en la red es indispensable para esta generación..."
Los padres se encuentran alarmados, y con razón, por una fuerte erotización de los comportamientos de sus hij@s a través de las redes sociales. Circulan toda clase de historias, algunas con finales realmente trágicos, acerca de una autoexposición cargada de erotismo y sin pensar en los riesgos de púberes y adolescentes.
Ya no se trata de que visiten sitios eróticos, sino que con el aumento de las "selfies", comienzan a sacarse fotos por iniciativa propia o a pedido de los compañeros, con poca ropa y en poses atrevidas, las que en minutos de impulsividad envían. El sentido de respeto por sí mismo y de intimidad parece haberse perdido.
Con mucha frecuencia estas fotos así obtenidas son reenviadas por el destinatario "Urbi et Orbe", con lo que la niñita queda expuesta a ser víctima de bromas y a ser considerada "fácil", como le sucedió a Brenda. Ella, de catorce años, bastante ingenua y muy enamorada de su pololo, accedió a sacarse una foto en bikini bastante provocativa. Él, de la misma edad y muy inmaduro, se la reenvió a todos sus amigos. Además, terminó con ella porque no le gustaba que fuera "tan libertina". Por cierto, ella lloraba y decía "nunca me imaginé que fuera a hacerme algo así. Yo estaba segura que me quería de verdad".
Ayudarla a procesar la pérdida de autoestima que esto significó y que aprendiera que la conducta de intimidad en relación a la sexualidad tiene que ser una norma -que cuando se quiebra, se produce una pérdida del necesario autorrespeto- fue un proceso largo y difícil.
Brenda quiso cambiarse de colegio por la estigmatización de que fue víctima por las continuas bromas de doble sentido y de pésimo gusto de que era objeto, sin contar con las proposiciones obscenas que tuvo que soportar. Pasó a ser la niña de la foto y alumnos de otros cursos iban a molestarla. Hay pocas situaciones que se extiendan más y se deformen por rumores falsos, que las relacionadas con la sexualidad y, así, las personas se transforman en víctimas de su conducta irreflexiva y se sienten humilladas. Es necesario que familia y colegio hagan una alianza para enfrentar el problema, que está dejando la erotización creciente y prematura del contexto escolar. Más que darles sermones a los niños, es conveniente que sean actores activos de una campaña sobre los riesgos en la red y sobre cómo protegerse. Por ejemplo, hacer trabajos en grupo, foros, afiches, videos, entrevistas a expertos y seminarios, para profundizar y reflexionar acerca de los riesgos a que están expuestos. Tener una comunicación clara y directa de manera de dialogar sin evadir los temas y poniendo límites, es fundamental. El autocuidado en la red es indispensable para esta generación.
Ya no se trata de que visiten sitios eróticos, sino que con el aumento de las "selfies", comienzan a sacarse fotos por iniciativa propia o a pedido de los compañeros, con poca ropa y en poses atrevidas, las que en minutos de impulsividad envían. El sentido de respeto por sí mismo y de intimidad parece haberse perdido.
Con mucha frecuencia estas fotos así obtenidas son reenviadas por el destinatario "Urbi et Orbe", con lo que la niñita queda expuesta a ser víctima de bromas y a ser considerada "fácil", como le sucedió a Brenda. Ella, de catorce años, bastante ingenua y muy enamorada de su pololo, accedió a sacarse una foto en bikini bastante provocativa. Él, de la misma edad y muy inmaduro, se la reenvió a todos sus amigos. Además, terminó con ella porque no le gustaba que fuera "tan libertina". Por cierto, ella lloraba y decía "nunca me imaginé que fuera a hacerme algo así. Yo estaba segura que me quería de verdad".
Ayudarla a procesar la pérdida de autoestima que esto significó y que aprendiera que la conducta de intimidad en relación a la sexualidad tiene que ser una norma -que cuando se quiebra, se produce una pérdida del necesario autorrespeto- fue un proceso largo y difícil.
Brenda quiso cambiarse de colegio por la estigmatización de que fue víctima por las continuas bromas de doble sentido y de pésimo gusto de que era objeto, sin contar con las proposiciones obscenas que tuvo que soportar. Pasó a ser la niña de la foto y alumnos de otros cursos iban a molestarla. Hay pocas situaciones que se extiendan más y se deformen por rumores falsos, que las relacionadas con la sexualidad y, así, las personas se transforman en víctimas de su conducta irreflexiva y se sienten humilladas. Es necesario que familia y colegio hagan una alianza para enfrentar el problema, que está dejando la erotización creciente y prematura del contexto escolar. Más que darles sermones a los niños, es conveniente que sean actores activos de una campaña sobre los riesgos en la red y sobre cómo protegerse. Por ejemplo, hacer trabajos en grupo, foros, afiches, videos, entrevistas a expertos y seminarios, para profundizar y reflexionar acerca de los riesgos a que están expuestos. Tener una comunicación clara y directa de manera de dialogar sin evadir los temas y poniendo límites, es fundamental. El autocuidado en la red es indispensable para esta generación.
Disponibilidad: la gran ausente
"Las abuelas se quejan de que los jóvenes de hoy no tienen sentido de la historia, de la familia en el tiempo. El pasado parece ser tema de los libros de historia. Existe el presente y los planes futuros. No preguntan, piden..."
El amor se ha transformado en una pega.
Yo tenía una abuela que fue tal vez la figura femenina más importante de mi vida. Era un monumento de solidez. Una roca. Un lugar seguro. Con ella no hacíamos nada espectacular, ir al cine dos veces al año y visitar un convento una vez al año. Estaba sentada casi siempre en el mismo lugar y conversábamos. De este mundo y del otro. Era severa. Estaba disponible.
Una joven se queja de que las abuelas de hoy trabajan, manejan, están ocupadas, tienen panoramas, ayudan con los nietos porque están activas, pero no están disponibles. ¡Están apuradas!
Las abuelas se quejan de que los jóvenes de hoy no tienen sentido de la historia, de la familia en el tiempo. El pasado parece ser tema de los libros de historia. Existe el presente y los planes futuros. No preguntan, piden.
¡Es que todos estamos apurados! Y es verdad que se requiere tiempo para crear vínculos, para conocerse bien. Para contar historias. Las relaciones y las certezas se crean en el tiempo y están hechas de a dos. Los niños aprenden a preguntar cuando sus padres se lo enseñan. De lo contrario todo es inmediato y apurado. Nadie está disponible para el pasado. Hay mucho que hacer, mucho que comprar, mucho que ver, mucho que viajar. ¿Cómo van a aprender los niños y jóvenes a conversar cuando los adultos no están disponibles?
Propongo el amor con tiempos muertos, con silencios, con historia. Creo que los lugares seguros y la disponibilidad están relacionados. Propongo perderle el miedo al silencio y darles importancia a las preguntas.
Yo tenía una abuela que fue tal vez la figura femenina más importante de mi vida. Era un monumento de solidez. Una roca. Un lugar seguro. Con ella no hacíamos nada espectacular, ir al cine dos veces al año y visitar un convento una vez al año. Estaba sentada casi siempre en el mismo lugar y conversábamos. De este mundo y del otro. Era severa. Estaba disponible.
Una joven se queja de que las abuelas de hoy trabajan, manejan, están ocupadas, tienen panoramas, ayudan con los nietos porque están activas, pero no están disponibles. ¡Están apuradas!
Las abuelas se quejan de que los jóvenes de hoy no tienen sentido de la historia, de la familia en el tiempo. El pasado parece ser tema de los libros de historia. Existe el presente y los planes futuros. No preguntan, piden.
¡Es que todos estamos apurados! Y es verdad que se requiere tiempo para crear vínculos, para conocerse bien. Para contar historias. Las relaciones y las certezas se crean en el tiempo y están hechas de a dos. Los niños aprenden a preguntar cuando sus padres se lo enseñan. De lo contrario todo es inmediato y apurado. Nadie está disponible para el pasado. Hay mucho que hacer, mucho que comprar, mucho que ver, mucho que viajar. ¿Cómo van a aprender los niños y jóvenes a conversar cuando los adultos no están disponibles?
Propongo el amor con tiempos muertos, con silencios, con historia. Creo que los lugares seguros y la disponibilidad están relacionados. Propongo perderle el miedo al silencio y darles importancia a las preguntas.
La función social del lucro
"Cuando en un mercado libre una empresa, sea del rubro que fuese, gana dinero, quiere decir que está cumpliendo con su rol de satisfacer deseos y necesidades de la comunidad..."
En la columna anterior vimos que toda persona que entra en una relación de intercambio lucra, pues espera un beneficio de lo que está recibiendo a cambio de lo que está entregando. Ambas partes son, por tanto, deudor y acreedor al mismo tiempo.
Si usted compra una casa, por ejemplo, usted debe el dinero y el vendedor debe la casa. Cuando un estudiante va a la universidad ocurre lo mismo: él debe el dinero, o más bien lo que el dinero representa, y la universidad debe el bien de inversión que es la educación. Ambos lucran, es decir, se benefician, de lo contrario no existiría relación de intercambio voluntaria. Esto significa que el mercado, que es el conjunto de relaciones de intercambio voluntarias, solo puede existir si todos los involucrados consideran que se benefician de las transacciones que realizan.
El mercado es así un orden democrático por excelencia en que cada persona decide, dentro del desarrollo de su proyecto de vida, qué la beneficia y cuánto está dispuesta a dar para conseguir aquello que valora. Esto, a su vez, presupone un conocimiento que solo puede tener cada persona, pues nadie puede presumir saber mejor que nosotros lo que valoramos. Quien desee ganar dinero en este contexto no tiene más remedio que ver qué es lo que la gente quiere y ofrecerlo a los precios que esté dispuesta a pagar. Un empresario es así un mandatario de los consumidores que son en su mayoría trabajadores: no puede ofrecer otra cosa que la que estos quieren, ni cobrar otro precio que el que estos quieran o puedan pagar, de lo contrario quiebra. Así, el empresario, aunque no sea su intención, cumple una de las funciones sociales más importantes en una comunidad: la de colaborar con sus miembros mediante la creación de aquello que estos valoran y necesitan.
Sin emprendedores no puede existir ningún tipo de riqueza y las personas estaríamos obligadas a vivir en la extrema miseria, como fue la regla general en casi toda la historia humana. Ahora bien, es el lucro lo que indica si el empresario está cumpliendo con el mandato de los consumidores, es decir, si acaso está produciendo aquello que estos necesitan y valoran en un mundo de recursos escasos. Cuando en un mercado libre una empresa, sea del rubro que fuese, gana dinero, quiere decir que está cumpliendo con su rol de satisfacer deseos y necesidades de la comunidad. Si en cambio tiene pérdidas, significa que no está creando valor para la comunidad y esta la castiga haciéndola quebrar para que esos recursos se liberen y puedan ser usados por quien sí es capaz de cumplir ese rol.
Si usted, por ejemplo, pone un puesto de hot dogs con harina, manjar, aceite de bacalao y sal, lo más probable es que quiebre porque nadie comprará esa asquerosidad. Y gracias a la quiebra usted dejará de destruir todos esos recursos. Esa es la función social de las pérdidas, la que se aplica a toda actividad económica. Si en cambio hace excelentes hot dogs , ganará dinero, o sea lucrará, lo que le indicará que está satisfaciendo necesidades de los consumidores de buena manera. Esa es la función social de las ganancias, la cual es también aplicable a toda actividad económica, es decir, de creación y asignación de recursos. De ahí que sea una estupidez condenar el lucro. Pues, más allá de que es el gran incentivo para arriesgarse y crear riqueza, sin el lucro no existe ninguna manera de saber si se está efectivamente cumpliendo con las expectativas de la población en cuanto a producir lo que esta valora, en la cantidad que esta quiere, de la calidad que esta demanda, en el momento que esta lo desea y al costo que esta puede pagar.
La razón de por qué el Estado por definición no puede ser tan eficiente como el mercado, además de la corrupción y los problemas de incentivos por todos conocidos, es porque los burócratas, al no tener contabilidad con pérdidas y ganancias, no tienen cómo saber con exactitud si están o no satisfaciendo bien necesidades de la población. Pero hay más, porque detrás de la condena al lucro se esconde no solo la total ignorancia sobre cómo funciona la economía, sino un paternalismo autoritario intolerable en una sociedad democrática. Pues, como se ha dicho, las ganancias no son más que la expresión de aquello que las millones de personas persiguiendo sus fines declaran valorar. Si Alexis Sánchez se hace rico, es decir lucra, es porque mucha gente valora lo que hace. Lo mismo ocurre con cualquier empresa, sea esta del rubro educacional, recreacional u otro.
Desde un punto de vista moral entonces, quienes atacan el lucro lo que en realidad condenan son las decisiones libres de millones de personas, las mismas que dicen representar pero cuya capacidad y libertad de elegir en realidad desprecian profundamente.
Si usted compra una casa, por ejemplo, usted debe el dinero y el vendedor debe la casa. Cuando un estudiante va a la universidad ocurre lo mismo: él debe el dinero, o más bien lo que el dinero representa, y la universidad debe el bien de inversión que es la educación. Ambos lucran, es decir, se benefician, de lo contrario no existiría relación de intercambio voluntaria. Esto significa que el mercado, que es el conjunto de relaciones de intercambio voluntarias, solo puede existir si todos los involucrados consideran que se benefician de las transacciones que realizan.
El mercado es así un orden democrático por excelencia en que cada persona decide, dentro del desarrollo de su proyecto de vida, qué la beneficia y cuánto está dispuesta a dar para conseguir aquello que valora. Esto, a su vez, presupone un conocimiento que solo puede tener cada persona, pues nadie puede presumir saber mejor que nosotros lo que valoramos. Quien desee ganar dinero en este contexto no tiene más remedio que ver qué es lo que la gente quiere y ofrecerlo a los precios que esté dispuesta a pagar. Un empresario es así un mandatario de los consumidores que son en su mayoría trabajadores: no puede ofrecer otra cosa que la que estos quieren, ni cobrar otro precio que el que estos quieran o puedan pagar, de lo contrario quiebra. Así, el empresario, aunque no sea su intención, cumple una de las funciones sociales más importantes en una comunidad: la de colaborar con sus miembros mediante la creación de aquello que estos valoran y necesitan.
Sin emprendedores no puede existir ningún tipo de riqueza y las personas estaríamos obligadas a vivir en la extrema miseria, como fue la regla general en casi toda la historia humana. Ahora bien, es el lucro lo que indica si el empresario está cumpliendo con el mandato de los consumidores, es decir, si acaso está produciendo aquello que estos necesitan y valoran en un mundo de recursos escasos. Cuando en un mercado libre una empresa, sea del rubro que fuese, gana dinero, quiere decir que está cumpliendo con su rol de satisfacer deseos y necesidades de la comunidad. Si en cambio tiene pérdidas, significa que no está creando valor para la comunidad y esta la castiga haciéndola quebrar para que esos recursos se liberen y puedan ser usados por quien sí es capaz de cumplir ese rol.
Si usted, por ejemplo, pone un puesto de hot dogs con harina, manjar, aceite de bacalao y sal, lo más probable es que quiebre porque nadie comprará esa asquerosidad. Y gracias a la quiebra usted dejará de destruir todos esos recursos. Esa es la función social de las pérdidas, la que se aplica a toda actividad económica. Si en cambio hace excelentes hot dogs , ganará dinero, o sea lucrará, lo que le indicará que está satisfaciendo necesidades de los consumidores de buena manera. Esa es la función social de las ganancias, la cual es también aplicable a toda actividad económica, es decir, de creación y asignación de recursos. De ahí que sea una estupidez condenar el lucro. Pues, más allá de que es el gran incentivo para arriesgarse y crear riqueza, sin el lucro no existe ninguna manera de saber si se está efectivamente cumpliendo con las expectativas de la población en cuanto a producir lo que esta valora, en la cantidad que esta quiere, de la calidad que esta demanda, en el momento que esta lo desea y al costo que esta puede pagar.
La razón de por qué el Estado por definición no puede ser tan eficiente como el mercado, además de la corrupción y los problemas de incentivos por todos conocidos, es porque los burócratas, al no tener contabilidad con pérdidas y ganancias, no tienen cómo saber con exactitud si están o no satisfaciendo bien necesidades de la población. Pero hay más, porque detrás de la condena al lucro se esconde no solo la total ignorancia sobre cómo funciona la economía, sino un paternalismo autoritario intolerable en una sociedad democrática. Pues, como se ha dicho, las ganancias no son más que la expresión de aquello que las millones de personas persiguiendo sus fines declaran valorar. Si Alexis Sánchez se hace rico, es decir lucra, es porque mucha gente valora lo que hace. Lo mismo ocurre con cualquier empresa, sea esta del rubro educacional, recreacional u otro.
Desde un punto de vista moral entonces, quienes atacan el lucro lo que en realidad condenan son las decisiones libres de millones de personas, las mismas que dicen representar pero cuya capacidad y libertad de elegir en realidad desprecian profundamente.
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