jueves, 10 de noviembre de 2016

Paranoía

"La victoria de Trump en las elecciones norteamericanas tiene a muchos en un estado de estupor muy parecido al del humanista vienés Stefan Zweig, cuando supo la noticia de que la Segunda Guerra Mundial había comenzado...".

Cristián Warnken

El próximo lunes, en Santiago, dentro de un ciclo de conversaciones abiertas al público, "Vivir en tiempos de crisis", entrevistaré al psicoanalista italiano Luigi Zoja. Fue la lectura de su libro de sugerente título -"La muerte del prójimo"- lo que me motivó a entrevistarlo. Pero la victoria de Trump en las elecciones norteamericanas me obligó a cambiar el eje de la conversación que sostendré con Zoja.

La velocidad de estos tiempos es vertiginosa y a cada instante nuestros guiones hechos y nuestras pautas de interpretación de la realidad parecen hacerse trizas, porque -como lo anticipara hace décadas el filósofo francés Baudrillard- "todo lo sólido se desvanece en el aire". Uno ya no puede instalarse en nada: por todos lados la realidad supera a la ficción y nuestros métodos de análisis para entender esa realidad se han vuelto inoperantes.

Estamos en tiempos muy parecidos a los que le tocó vivir a San Agustín, el autor de las "Confesiones", quien vio con estupor -mientras agonizaba- arder la ciudad africana de Hipona (la actual Argel), recién conquistada y arrasada por hordas de invasores. Su muerte próxima era también el fin de un tiempo, de su época.

Lo mismo le ocurrió a Stefan Zweig, quien se encontraba en Londres cuando supo la noticia de que la Segunda Guerra Mundial había comenzado. Zweig, austríaco de origen judío, ve con espanto cómo el mundo en el que él había vivido, la Viena refinada y culta (la de la gran música clásica), parte del sólido imperio austrohúngaro, comenzaba a desmoronarse ante sus propios ojos. Del espanto e incredulidad de Zweig nacerá ese libro memorable que es "El mundo de ayer".

La victoria de Trump en las elecciones norteamericanas tiene a muchos en un estado de estupor muy parecido al del humanista vienés. Y por eso -para preparar la conversación con Zoja- me puse a releer atentamente otro libro suyo, "Paranoia", en el que el psicoanalista italiano se pregunta por qué personalidades con rasgos psicóticos inventan un relato paranoico que seduce a las mayorías en tiempos de crisis, sin pensar que estos monstruos devoradores terminarán por sacrificar a aquellos que prometió salvar. El caso de Hitler es el más obvio, pero también en Latinoamérica tenemos a Chávez, a Fidel Castro y, en nuestro propio país, a Pinochet.

No hay pueblo que se salve de la atracción de estos campeones de la hybris (la "desmesura" para los griegos), cuando la inseguridad y el miedo ante los cambios y la aparición de una realidad nueva que no manejamos ni conocemos (la globalización, el shock de las inmigraciones masivas) nos hacen vulnerables a la paranoia, aptos para ser hipnotizados por personajes que surgen de la sombra, de un rincón marginal del escenario para convertirse en los protagonistas de una tragedia shakesperiana. ¿Cómo Trump, un conductor de un reality-show que dirigiera por años, pudo hacerse del poder en el país de Lincoln, Kennedy y de Whitman, el poeta del amor universal y la conciencia cósmica y democrática?

Jung encontró en el inconsciente colectivo alemán las causas profundas de ese delirio colectivo que llevó a ese pueblo amante de la música y la filosofía a la barbarie y el horror. Más que las reflexiones de los analistas políticos de estos días, me interesa entender por qué "grandma" ( grandmother ), una anciana dulce y maravillosa del pueblito de Blue Hill, en Maine, lectora de Dickens, una mujer que adoptó a dos niños coreanos y en cuya casa de verjas abiertas y bosques frondosos vivió mi mujer una experiencia de intercambio idílica en su juventud, por qué "grandma" votó por Trump.

Espero que un psicoanalista como Zoja me ayude a revelar la naturaleza de la "sombra" (la expresión es de Jung) que se apoderó de Estados Unidos, sombra que lo puede llevar a un despeñadero parecido al de Alemania, cuando un pintor fracasado, Adolf Hitler, pasaba a segunda vuelta en las elecciones presidenciales del 13 de marzo de 1932...

Vertigo Mundial: Trump Presidente

Son muchas las lecciones que deben aprender los políticos y las democracias de todo el mundo para evitar la repetición de las condiciones de esta tormentosa campaña y compleja elección... Con un sorprendente remezón e inciertas consecuencias culminó la campaña más áspera y polarizada de la historia norteamericana: Donald Trump, Presidente de los Estados Unidos.

El desconcierto prevalece entre los analistas, dirigentes políticos y la comunidad de negocios, norteamericana y extranjera. Descolocados parecen, asimismo, muchos gobernantes aliados de Estados Unidos que lentamente han asumido con pragmatismo el nuevo liderazgo.

Pocos anticiparon este resultado. Aún se debate sobre las causas y consecuencias del triunfo de Donald Trump y de la derrota de Hillary Clinton. A pesar de contar con antecedentes cuantitativos y cualitativos sin precedentes, y de disponer de abundantes sondeos de opinión, otra vez fracasaron las dirigencias políticas, las encuestas y las predicciones de expertos electorales, al igual como sucediera recientemente en el Brexit y en el referendo colombiano. El papel de los medios de prensa durante la campaña y el tratamiento informativo del nuevo mandatario serán objeto de seguro análisis y reflexión en los círculos periodísticos y académicos.

No se advirtió debidamente la profundidad del amplio malestar por el orden establecido. En política exterior no se consideró el rechazo por el elevado gasto en los compromisos de seguridad en Europa y Asia, por el involucramiento en conflictos armados que se perciben lejanos y por la competencia en los empleos de los inmigrantes ilegales.

Los partidos descuidaron la conducción política hasta hacer desaparecer las lealtades partidarias. Los demócratas perdieron su base electoral de blancos sin estudios superiores y los republicanos alienaron a latinos, afroamericanos y marginaron a sectores que favorecen el libre comercio y la responsabilidad compartida por la seguridad mundial. Pocos se atrevían a vaticinar el desenlace.

Principalmente no se sopesó en forma debida la fortaleza mediática de Donald Trump, capaz de imponerse sobre la probada trayectoria de servicio público de Hillary Clinton e instalar la deshonestidad como el principal y definitivo impedimento de su rival para acceder a la primera magistratura.

Alarmados por el curso de los acontecimientos, Obama y su popular cónyuge abandonaron sus obligaciones funcionarias para intentar asegurar a su candidata. Ahora el Presidente queda expuesto a terminar su mandato con una estrepitosa derrota política.

En un complejo sistema electoral, los ciudadanos quedaron obligados a pronunciarse entre dos candidatos vulnerables y poco confiables. Más que sus atributos, parecían motivar las mutuas descalificaciones. Escasamente se debatieron las divergentes propuestas programáticas de uno y otro. Hillary, sin provocar mayor entusiasmo, transando sus principios a lo largo de la campaña, proyectaba continuismo de las políticas de su cónyuge y de Obama. Trump, en cambio, con su fuerte personalidad, promovía el aislamiento y un rupturismo populista.

Como nunca antes, la atención mundial se concentró en una campaña presidencial. Con razón: porque el resultado incide en casi todos los rincones del planeta, aunque América Latina, con la salvedad de México, no parece preocupar a Trump.

Para Chile, además del interés por la estabilidad y la paz mundial, es importante el negativo impacto que pueden acarrear las promesas proteccionistas y antimigratorias de Trump.

La agenda del Presidente es sin duda significativa, pero está sujeta a una sólida institucionalidad que garantiza el Estado de Derecho y el correcto ejercicio del poder presidencial, limitado por la aprobación a vía legislativa para los eventuales cambios en materia migratoria, de acceso al comercio, al financiamiento, a la inversión y al intercambio del conocimiento avanzado con Estados Unidos. No todos los países cuentan con esa fortaleza institucional para contener un impulso populista de sus gobernantes.

En nuestro caso son bajas las posibilidades de que se alteren los múltiples convenios de cooperación, en las más diversas áreas, incluyendo la seguridad, el TLC, el TPP y la exención de visas para viajar a Estados Unidos. Distinta es la situación a que pueden estar expuestos los varios miles de residentes chilenos ilegales en ese país si Trump persevera en su política migratoria.

Preocupa la carencia de un entorno influyente en la formulación de la política exterior del nuevo Presidente. Distinguidos expertos republicanos en seguridad nacional y diplomáticos de prestigio declararon su preferencia por Hillary Clinton y su rechazo a la agenda internacional del Presidente electo.

Las condiciones y repercusiones de esta campaña trascenderán a la reciente elección. Si bien es un éxito electoral del Partido Republicano, que además mantuvo el control de mayoría en ambas cámaras y está en situación de definir dos nuevos jueces de la Corte Suprema de Justicia, sus líderes, legisladores y gobernadores han quedado tanto o más divididos que Estados Unidos. Su dirigencia está superada por sectores fundamentalistas y populistas que le dieron espacio y oportunidad a Trump. Algo semejante ocurre con los demócratas, fragmentados por el socialismo que impulsa Bernie Sanders, el contendor de Hillary.

Tal vez el mayor obstáculo para el progreso de los Estados Unidos es la persistente división nacional que hereda el nuevo Presidente. Alentador ha sido su llamado a la unidad y la moderación en su discurso triunfal. Para romper el escepticismo tendrá que dar pruebas concretas de su voluntad de llegar a acuerdos.

Una nación dividida expone a bloqueos la gestión y el liderazgo de la primera potencia mundial.

Son muchas las lecciones que deben aprender los políticos y las democracias de todo el mundo para evitar la repetición de las condiciones de esta tormentosa campaña y compleja elección.

martes, 1 de noviembre de 2016

MALA SEMANA.

"Mala semana para la política, peor a un día de las elecciones..."

Jorge Correa Sutil

Termina la peor semana política de los últimos años. Medio millón de electores verán más o menos severamente entorpecido su derecho a voto y a partir de mañana los perdedores encontrarán más argumentos para desacreditar los resultados; para decir que los números oficiales no son la voz con la que el pueblo legítimamente deposita poder en unos y priva de él a otros; puede surgir ese cuestionamiento a ese postrer y hasta ahora impoluto bastión de la debilitada credibilidad de nuestras instituciones: la legitimidad de origen de sus autoridades. Tratemos al menos de sacar lecciones.

El problema se originó en actos ilegales del Registro Civil, el que provocó cambios, más allá de los casos en los que estaba autorizado. Probablemente una mala programación computacional, no advertida por el funcionario que era contraparte de la empresa contratada. La ministra de Justicia asume la responsabilidad política por este grave problema y el entrante anuncia que rodarán las cabezas necesarias. Hasta allí, las instituciones funcionan. Ese grave problema ha sido enfrentado como se debe en las democracias, las que no están inmunes a este tipo de errores.

Ese problema fue conocido, al menos desde julio, para varias autoridades. Durante meses hubo inacción. ¿Indolencia por el derecho a sufragio? ¿Ignorancia acerca de la importancia de un padrón electoral para la legitimidad de quienes ejercen poder en democracia? ¿Soberbia? No lo sabemos, ni el país tiene claro en quiénes radicar esta responsabilidad de omisión, ciertamente más grave que la del error inicial, pues difícilmente la democracia sobrevive en un clima de autoridades indolentes frente a los mecanismos procesales en los que descansa. Pero tampoco este es el peor de los estropicios.

Servel, responsable del padrón, dijo que el problema era del Registro Civil; este, que lo había advertido hace rato; el ministerio de la Presidencia que lo conocía, que había hecho todo lo posible, pero que no le correspondía al Gobierno administrar el padrón, que en ese problema "el Ejecutivo no tiene injerencia". La Presidenta, con olvido del título de Jefa de Estado que ostenta, declaró que el Gobierno "ha hecho todo lo posible por resolver un problema que venía desde el año 2012 y que se ha acumulado hasta la fecha". No necesito seguir enumerando el modo en el que las autoridades concernidas erigieron el más descomunal monumento al comprahuevos imaginable y lo clavaron en el centro de la cultura cívica y democrática, ofendiéndola gravemente. Este tercero, me parece a mí el problema más grave, pues la democracia no se compadece con el intento de eludir responsabilidades.

Cuando cunde la conciencia de la gravedad del problema, gracias a la protesta de los afectados y a los medios de prensa y redes sociales, se intenta que el Congreso solucione el problema, pero este muestra que ya no está para esos trotes. La retroexcavadora ha hecho un ruido ensordecedor en la política, sin asentar muchos nuevos cimientos, y eso ha generado un ambiente de reyerta que desprecia los acuerdos. En esas arenas movedizas resulta muy difícil sacar adelante un proyecto así en dos días. El Congreso exhibe ser más parte del problema que de las soluciones, y el comité político muestra impericia para leer esos aires y moverse en ellos. Ahora, los mismos que no lograron un acuerdo van por las yugulares de estos ministros.

El problema -en un clásico chilensis- termina derivado a la justicia penal, la que difícilmente aportará a solucionarlo, desde que el único ilícito penal invocado sanciona a quien por negligencia extravíe o destruya información del Registro o del Padrón Electoral, lo que no parece ser el caso. Ojalá la arista penal no sirva para que los responsables empiecen con la otra cantinela, tan indignante como contraria al espíritu cívico, de la presunción de inocencia.

Mala semana para la política, peor a un día de las elecciones.

CHILES ESTA LLAMADO A SER UNO DE LOS FOCOS VERDES MAS IMPORTANTE DEL PLANETA.


James Levitt, director del Programa de Innovación en Conservación de Tierras de Harvard, dice que Chile, en el corto plazo, puede desarrollar una imagen país similar a la de Nueva Zelanda, gracias a una nueva ley que permite que los privados donen sus tierras al Estado para conservación a perpetuidad. De visita en el país, celebra además las iniciativas de Douglas Tompkins en el sur del país y asegura que aún estamos a tiempo de combatir el calentamiento global.

Por Javier Rodríguez // Fotos: Marcelo Segura

A finales de los ’70, un joven estadounidense llamado James Levitt terminaba su licenciatura en Antropología en la Universidad de Yale y era reclutado por el Servicio Nacional de Parques para trabajar en uno de los proyectos que, en ese entonces, obsesionaban al presidente Jimmy Carter: proteger las tierras de Alaska mientras se construía un complejo sistema de tuberías para la extracción y transporte de petróleo que cruzaría todo el estado.
Levitt fue contratado como asistente del asistente del director del Servicio Nacional de Parques de ese entonces, a quien se le encomendó la dura tarea de convencer al Congreso de crear una red de áreas protegidas en Alaska que abarcara más de 40 hectáreas con refugios naturales. Así, Levitt se convirtió en testigo privilegiado de un hito que cambió la historia de la conservación de tierras: la creación de la, para ese entonces, más grande área de tierras protegidas del mundo.

“La gente responde a argumentos científicos, económicos, al arte, a la música, a la religión. Necesitamos encontrar los lenguajes necesarios para que la conservación le haga sentido a la mayor cantidad de gente posible”.

Esta semana Levitt estuvo en Chile, como invitado principal del congreso “Innovaciones Emergentes en Financiamiento de la Conservación” celebrado en Las Majadas de Pirque, al cual asiste en su calidad de director del Programa de Innovación en Conservación, además del bosque protegido de Harvard. También dirige el programa de conservación de tierras del Lincoln Institute, desde donde ha seguido con atención la situación actual de la protección de tierras en Chile, sobre todo luego de que la presidenta Bachelet firmara, el 13 de junio, el decreto que oficializa el Derecho Real de Conservación, ley que permite que un privado pueda destinar tierras a conservación a perpetuidad, sin que su voluntad pueda ser quebrantada en el futuro. Además, claro, de las acciones del fallecido Douglas Tompkins.

—¿Cómo hicieron para convencer a los parlamentarios del proyecto en Alaska?
—Logramos que la gente en Estados Unidos se diera cuenta de que este era un gesto importante para la historia de la humanidad. El presidente Lyndon Johnson decía que seremos juzgados en el futuro no sólo por lo que construyamos, sino también por lo que protejamos. Y, particularmente en la era del cambio climático, es urgente proteger la máxima cantidad de recursos naturales que podamos, porque de ellos depende la vida en la tierra. Tenemos que hacerlo no sólo por nosotros, sino también por los que vienen.

—¿Cómo negociaron con los nativos?
—Ellos se organizan en las que llaman “corporaciones nativas”, y tenían reivindicaciones de tierras específicas para su gente. Fueron parte de esta larga cadena de negociaciones sobre la construcción de las tuberías para el petróleo y los parques nacionales. Y, en general, la mayor parte de los nativos estaba de acuerdo con nosotros. Ellos sólo querían asegurar la protección de sus tierras.

—¿Cuál fue el impacto de este proyecto en la forma en la que los estadounidenses ven la protección de tierras?
—Mis compatriotas hoy ven Alaska como parte del patrimonio nacional. Nos define en nuestra identidad. Pero la conservación de tierras en mi país tiene una historia de más de 400 años. Estados Unidos, como sociedad democrática, lleva mucho tiempo protegiendo los espacios abiertos, los de uso comunal, hasta los parques nacionales y bosques. Y creo que lo de Alaska respondió a este esfuerzo.

—¿Por qué dice que la conservación de tierras necesita de un trabajo multidisciplinario? Para usted es tan importante la acción de las ONG, privados, del Estado, de la academia, incluso de los escritores y los artistas.
—Porque en los últimos dos siglos nos dimos cuenta de que para proteger esta “fábrica de la vida en la tierra” tenemos que crear grandes áreas de conservación, corredores de miles y miles de kilómetros. Y para eso tienes que enganchar a todos estos sectores, tanto como dueños de las tierras como protectores de ellas. La gente responde a argumentos científicos, económicos, al arte, a la música, a la religión. Y necesitamos encontrar los lenguajes necesarios para que la conservación le haga sentido a la mayor cantidad de gente posible.

EL DESINFORMADO DONALD TRUMP

Imagen Imagen James Levitt 01Para Levitt, la firma del derecho real de conservación es un paso gigantesco que pone al país en la vanguardia y que puede transformarlo en un líder a nivel mundial en la conservación de tierras.

—¿Cree que hoy Chile es un líder en el área?
—Sí. Chile está llamado a ser uno de los más importantes puntos verdes del planeta. Porque ya es famoso a nivel mundial: sabes que tienes que ir para allá si quieres ver las más bellas montañas, nieve y parques verdes. Sabes que acá encontrarás todo eso.

—¿A qué cree que se debe esto?
—Por varias razones. Chile tiene un fuerte estado de derecho y un buen sistema de título de tierras. Sabes quién es dueño de cada parcela y si está o no protegida. Además tiene una economía sana, lo que permite que la gente comience a considerar la filantropía. Antes eso era más difícil. Y no menos importante, porque los chilenos están orgullosos de su país. Yo he estado seis veces acá y es admirable cómo los guías te muestran cada lugar. Y queda claro que no lo quieren ver destruido. Por lo mismo, creo que Chile tiene todo para desarrollar una imagen país, una marca país similar a la de Nueva Zelanda.

—Nombró el calentamiento global. ¿Cómo podemos hoy responder a este fenómeno?
—Ese es uno de los grandes desafíos de nuestra época. Hay un estudio de la Comisión Global de Economía y Clima que estima que en los próximos 156 años tendremos que invertir, como comunidad global, algo así como 90 trillones de dólares en infraestructura para seguir con nuestras actividades económicas y responder al cambio climático. Para combatir la subida del nivel del mar, para responder al aumento del promedio en las temperaturas, al incremento de las tormentas y para encontrar formas de producir energías que no contaminen y aumenten los efectos del cambio climático. Es urgente que creemos infraestructura destinada a la conservación. Espacios abiertos, zonas costeras. Tenemos el conocimiento científico. Lo que necesitamos es la voluntad política y cultural antes de que sea demasiado tarde.

—¿No es demasiado tarde?
—No, la tecnología avanza a pasos agigantados. Cuando yo estaba en la universidad, el uso de una celda fotovoltaica valía cientos de dólares por hora. Hoy es de menos de un dólar. Y me da esperanza lo que está pasando en países como Chile, por ejemplo.

—¿En qué sentido?
—En que, hace diez años, ustedes discutían sobre la creación de centrales hidroeléctricas en el sur de su país, afectando el ecosistema para traer energía a la capital. Y hoy eso no se discute. La idea de que necesitas darle energía a la economía chilena con hidroeléctricas dañando a la flora y fauna ya no es tema. Porque en Chile existe la voluntad política y el orden para debatir estos temas. Y Chile ya está dándose cuenta de que el viento es una fuente clave. Una de las más baratas formas de energía será producida en el desierto de Atacama, lo que los beneficiará en el futuro.
Entonces, en diez años Chile cambió su forma de ver cómo enfrentar los desafíos de un país que va hacia el desarrollo. Y decidió seguir creciendo pero protegiendo sus recursos naturales. Porque no necesitas importar gas petróleo de un país extranjero a alto costo. Hay que buscar las formas de reemplazar estos combustibles por formas autosustentables que se obtengan del mismo territorio. En ese sentido, otra vez Chile tiene la oportunidad de convertirse en un líder para el resto del mundo.

—Donald Trump, candidato a la presidencia de su país, negó la existencia del cambio climático.
—Estoy en completo desacuerdo con Trump. Es un punto de vista absolutamente desinformado. No quiero hacer una gran declaración política, pero no soy muy entusiasta respecto a la candidatura de Trump.

UNA RUTA DE LOS PARQUES

La primera vez en Chile de James Levitt fue hace ocho años, en una conferencia en la Universidad Austral, en Valdivia. Aún recuerda los grandes alerces, cuyo nombre intenta pronunciar en castellano sin éxito. Y fue en ese lugar, también, donde conoció a Douglas Tompkins y a su mujer, Cristine.
Levitt celebra el legado de Tompkins , particularmente el Parque Pumalín, y aplaude las más de 400 mil hectáreas que su fundación, Tompkins Conservation, ofreció al gobierno, con el compromiso de que este las ocupe como parques nacionales que formen una red en el sur, la que se convertiría en la donación más grande de tierras de un privado a un Estado en la historia, y cuyo nombre tentativo sería “La ruta de los parques”.

—En junio de este año la presidenta Bachelet firmó la ley que formaliza el derecho de un privado a entregar sus tierras para conservación a perpetuidad. ¿Le parece que esta medida va por el camino correcto?
—Este avance de la ley chilena se convierte en uno de los más interesantes ejemplos a nivel mundial. De hecho, sé que muchos países están empezando a mirar lo que hizo Chile y preguntándose si pueden hacer algo lo más parecido posible.

—¿Por ejemplo?
—Prefiero no decirlo, pero son otros gobiernos sudamericanos y europeos.

“En Estados Unidos tenemos muchos bosques protegidos, pero que siguen produciendo. Tenemos que llegar a un nivel de trabajo en los árboles donde les saquemos provecho, pero cuidando la biodiversidad”.

—¿Cómo se puede motivar a los grandes terratenientes chilenos a entregar parte de sus tierras, como lo hizo Tompkins?
—Bueno, el de Doug es un caso especial. Él no necesitaba motivación; el motivaba al resto. Tanto él como su mujer son un ejemplo excepcional, reconocido a nivel mundial. Ahora, creo que para el propietario promedio, que tiene una pequeña granja o una larga faja de tierra, la clave es sentarse con él en la cocina a conversar y construir confianzas. Hacerle entender que sus tierras seguirán en propiedad de su familia y que ellos podrán seguir disfrutando de ellas, pero que lo que queremos es asegurarlas para el patrimonio de las próximas generaciones. Hacerles entender que esto es parte del mundo que les dejan a sus nietos.

—Tompkins decía que para que la conservación de tierras sea efectiva tiene que ser “grande, salvaje y conectada”. ¿Está de acuerdo?
—Creo que sí tiene que ser grande, salvaje y conectada pero también, en algunos casos, trabajada. En Estados Unidos tenemos muchos bosques protegidos, pero que siguen produciendo. Tenemos que llegar a un nivel de trabajo en los árboles donde les saquemos provecho, pero cuidando la biodiversidad, los tesoros culturales y también ocuparlos con propósitos económicos aparte del turismo. De hecho, la más grande tierra conservada en Estados Unidos es un bosque de producción en Maine. La familia dueña sigue cortando árboles, selectivamente, pero siempre cuidando la vida.

AUN SEGUIMOS VIENDO BASTANTE AMOR DE NUESTROS USUARIOS .

El gerente general de Uber Chile, Carlos Schaaf, se hace cargo de las críticas. A su juicio, estas apuntan básicamente a la permanencia de la tarifa dinámica, lo que, asegura, se resolverá en las próximas semanas. Defiende el pago en efectivo y enfatiza que la calidad del servicio no ha disminuido.

Por María José Tapia

Las últimas semanas han sido complejas para Uber. De ser una aplicación sin cuestionamientos, ha pasado a ser un foco constante de críticas. Pese a ello, el gerente general de Uber Chile, Carlos Schaaf, se muestra tranquilo. “Aún seguimos viendo bastante amor de parte de los usuarios”, dice. Esto, a pesar de tener claro el malestar que ha generado la permanencia de la llamada tarifa dinámica — algoritmo matemático que impulsa al alza los valores en peaks de alta demanda—. En esta entrevista, el ejecutivo explica lo ocurrido y llama a la calma.

— ¿A qué atribuyen la transición que ha habido entre una defensa cerrada de los usuarios a la crítica constante en las redes sociales?
—Lo lamentamos, pero lo que vemos es que los cuestionamientos se han concentrado en las últimas semanas por la tarifa dinámica, y estamos trabajando muy rápido para normalizar esto en una o dos semanas más. Esta situación se generó por un incremento fuerte en la demanda.
Si bien Uber partió con Uber Black, con autos de alta gama y para un cierto sector, nuestra misión siempre fue que Uber fuera para todos, así surgió Uber X con autos más normales y precios asequibles. Ese servicio nos permitió crecer, desde 2015 a la fecha, 33 veces. Bajo ese concepto, habilitamos pago con efectivo que resulto ser superpositivo. Hoy, en una semana, un 65% de los viajes en Santiago se toman con efectivo y ese número sube a 88% y a 85% para Concepción y Valparaíso, respectivamente. Esto ha sido potente en la democratización del acceso al sistema.
Además, rebajamos la tarifa en 25%, permitiendo que más personas se sumaran, elevando la demanda.

—Pero existe un malestar porque ese descenso en el valor se vio contrarrestado con una permanencia de la tarifa dinámica, que antes se activaba sólo en las horas peak. ¿Qué ocurrió ahí?
—Lo que ha ocurrido es que ha habido un incremento tan alto en la demanda de la mano de estas opciones, que la cantidad de usuarios ha crecido más rápido que el número de conductores. Sabemos que la tarifa dinámica ha funcionado más veces, y lo que estamos haciendo es sumar más socios conductores para volver a los niveles normales en un lapso de dos semanas como máximo. Ya, esta semana, la activación de tarifa dinámica se ha reducido 60% frente a la semana anterior. Y va a seguir decreciendo a los niveles acostumbrados.

—¿Cuántos socios conductores necesitan para eso?
—Tenemos 34.000 socios conductores activos (que están tomando viajes constantemente) en Chile, de los cuales 26.000 están en Santiago, y vamos incorporando a buenas tasas. Las últimas dos semanas, 35.000 nuevos conductores se han registrado para ser después socios conductores, los cuales se van a ir activando paulatinamente.

—¿Cómo se conjuga esta necesidad de mayores conductores con mantener la calidad? Antes, los choferes requerían un mes de trámites para activar una cuenta, y hoy es en un día; la exigencia de antigüedad de los vehículos también se ha flexibilizado.
—Los usuarios prefieren Uber por la calidad, y el crecimiento que hemos tenido en las últimas semanas va de la mano de mantenerla. Y el punto más importante para chequear eso es la puntuación de cinco estrellas que cada usuario deja al bajarse del vehículo. Esa calificación se ha mantenido en 4,8. Si un socio conductor llega a 4,7, nosotros les enviamos una notificación para instruirlo a mejorar, y si tiene menos de 4,5, se le bloquea su cuenta. De esa forma, aseguramos la calidad de forma activa. Entran conductores que duran poco, porque los usuarios los evalúan mal, y esos salen.
El menor tiempo de capacitación, en tanto, responde a que nos hemos dado cuenta de que Chile se parece más a países como EE.UU. y Europa, donde los requisitos que estamos pidiendo ahora son los que nos permiten garantizar la seguridad. Ha sido un proceso de aprendizaje.

—¿Por qué ya no se exige un seguro adicional al SOAP, como era antes?
—La tecnología que hemos desarrollado nos permite ofrecer un nivel de seguridad que nunca antes había sido posible. Cuando solicitas el viaje, puedes ver una foto del socio conductor, patente, las estrellas que le han dejado, el trayecto a través de GPS y todo queda grabado. Y además hay un seguro internacional de Uber que protege a los pasajeros. Antes se pedía un seguro que operaba entre el SOAP y el de Uber y eso se eliminó, porque no agregaba valor a los usuarios, sino que al final creaba más burocracia y que los socios se demoraran más tiempo en activar sus cuentas.

—Choferes denuncian que la tarifa dinámica ha generado un incentivo perverso, en cuanto a que se pueden desconectar de la aplicación a la espera de que se genere un alza en la demanda y se active la tarifa dinámica, obteniendo mejores precios.
—Hay mucho de mito en eso. Si un socio conductor se desconecta o conecta de la plataforma en un lapso corto de tiempo o no toma viajes se les desconecta su cuenta por un momento. Hay filtros para que no ocurra esta desconexión. Además, los conductores son cerca de 26.000 en Santiago y se necesitaría que la gran mayoría de ellos estuvieran coordinados para afectar la plataforma. El algoritmo considera eso y es inteligente para detectarlo, por lo que es difícil que ocurra.

—¿Existen abusos por parte de los usuarios en los viajes gratis que entrega Uber?
—Gente intentando tener viajes gratis por siempre o creándose múltiples cuentas hay, pero nosotros tenemos un equipo en Chile que se encarga de monitorear esos casos. Vemos si existe un equipo con 100 cuentas registradas o la asociación de un mail a varias cuentas, situaciones que nos permiten deducir que son cuentas duplicadas de personas que ya hacían viajes. Los tenemos bajo control y estamos actuando, ahora, claro, los casos numéricamente han aumentado por el crecimiento de la operación y los viajes han subido muchísimo, pero como proporción de todos los viajes sigue siendo bastante baja. Es un número menor.

—Dadas las críticas, ¿ha habido fuga de clientes?
—No. Nosotros vemos crecimiento.

—Existen una serie de cuestionamientos relacionados con el pago en efectivo y el riesgo en la seguridad que eso implica…
—Cuando lanzamos el efectivo, algunos usuarios decían que “era una lata porque cualquiera iba a poder usar un Uber y que perdió exclusividad”, y la verdad es que nunca se trató de eso, queremos que Uber sea asequible para todos. Además, desde la implementación del pago en efectivo, no identificamos un aumento en los incidentes de seguridad. Cuando lanzamos el efectivo, ya lo habíamos testeado en varias ciudades y por varios meses y sólo se vieron experiencias positivas.

LOS TRES NO

En los próximos días, el gobierno dará a conocer la primera regulación para los servicios de transporte a través de aplicaciones, tales como Uber y Cabify. En la compañía están optimistas al respecto y aseguran tener claro lo que, en líneas generales, esta debe contener. “Hay tres pilares fundamentales que implican no poner un máximo de autos que puedan asociarse a estas aplicaciones; no establecer imposiciones burocráticas para que una persona pueda ser socio conductor y no definir un precio”.

—¿Entonces qué están dispuestos a que se regule?
—Todo lo demás. Nosotros sólo hablamos de pilares; de ahí en adelante lo que surja de la discusión está bien.

EL LEGADO DE PERES.

Considerado uno de los padres fundadores del estado israelí , Shimon Peres deja una marca en su incansable lucha por la coexistencia de Israel y Palestina.

Por Fernando Wilson L. profesor de Historia, Facultad de Artes Liberales UAI

La muerte de Shimon Peres implica uno de los últimos peldaños en el paso a la historia de los fundadores de Israel. Nacido en Polonia en una familia judía laica, adheriría tempranamente al sionismo y al proyecto de construcción de la nación judía en Palestina. Parte de los líderes jóvenes del Haganá, movimiento insurgente que constituyó la base de las actuales fuerzas de defensa israelíes, Peres participó en la Guerra de Independencia, obteniendo material militar para las fuerzas israelíes en complicadas operaciones de contrabando y adquisiciones en el mercado negro. Posteriormente iniciaría una extensa carrera política como funcionario dentro del Ministerio de Defensa y sería parte de los enérgicos y decididos jóvenes que acompañarían a David Ben-Gurión en la construcción bajo fuego de los primeros días del Israel independiente.

A corto andar pasaría a ocupar distintos cargos ministeriales, donde destacaría por su mezcla de pragmatismo con afabilidad y extraordinaria capacidad negociadora, la que se demostraría docenas de veces en muy difíciles eventos, tanto propiamente políticos como de operaciones de control interno y militares. Pasaría luego en dos ocasiones por el cargo de primer ministro y coronaría una brillante carrera política como presidente.

Su legado es importante. Cada grupo en Israel, Palestina y el mundo seleccionará miradas desde su peculiar perspectiva.

Todo lo anterior puede leerse como un obituario más de un político fallecido, pero la diferencia de Peres radica precisamente en su capacidad de analizar y comprender el medio político israelí y de Medio Oriente mucho más allá que la mayoría de sus pares. Comprendió desde temprano la necesidad de una paz permanente con el mundo palestino, y tuvo el valor moral para comprender esa conclusión en acciones concretas. Su foto en los jardines de la Casa Blanca con Yasser Arafat pasó a la historia por derecho propio, pero incluso tras la complicación severa de las conversaciones de paz palestino-israelíes, siguió apoyando un proceso de paz que se volvía cada vez más impopular ante las acciones violentas de los radicales de cada bando. Peor aún, en el contexto de gobiernos como los de Sharon o Netanyahu, pasó a ser claramente un contradictor de los partidarios de la línea dura. Su postura de combinar impecables antecedentes personales en lo que al compromiso con la idea del Estado de Israel iba, pero con una extensa y profunda vocación de paz y el ya mencionado pragmatismo se plasmó en múltiples declaraciones, libros, artículos y acciones en pos de consolidar la coexistencia entre dos sociedades tan quebradas como la israelí y la palestina.

Su legado es importante. Cada grupo en Israel, Palestina y el mundo seleccionará miradas desde su peculiar perspectiva. Algunos preferirán recordar su rol en el increíble rescate de Entebbe, cuando fuerzas especiales israelíes montaron un audaz rescate de los pasajeros secuestrados en Uganda. Otros se quedarán con los Acuerdos de Oslo, cuando fue capaz de plantear que no le extrañaría que los palestinos pudieran ser sus mejores amigos. Lo relevante es que fue la misma persona, que, sin transar sus valores y la idea de una sociedad y Estado libres para el pueblo judío, pudo a la vez comprender la crítica necesidad de asegurar la convivencia de esta sociedad con sus vecinos. Como muchos soldados y políticos en tiempos difíciles, fue capaz de entender lo que realmente significaba la paz y el atroz precio de no conseguirla.