lunes, 15 de agosto de 2016

ATREVETE A SOÑAR.


Por Marcelo Javier Solís Mena .

“¿Por qué permanecer en la tierra, si no es para crecer?” – Robert Browning.

CUENTA UNA ANÉCDOTA que un día estaban los animales del bosque haciéndole barra a un grupo de ranitas que competirían para llegar a la cima de una montaña. Todas ellas tenían el sueño de ganar ese día. Sin embargo, como siempre hay quienes critican y desaniman a los demás, un grupo de animales empezó a vociferar palabras desalentadoras. Entre los gritos y las burlas, decían que no lo lograrían jamás. Las competidoras, al escuchar tales palabreríos, una a una se desanimaron y fueron abandonando la pista de competencia, hasta que finalmente quedó solo una, la cual fue la única que logró hacer realidad el sueño de convertirse ese año en la ranita campeona.

Mientras la coronaban con el laurel, hubo alguien que la entrevistó. Entre las preguntas que le hizo, trató de averiguar qué fue lo que la motivó para lograr esa conquista. Fue entonces, cuando todos los animales se enteraron que esa ranita, era sorda.

Aunque el relato es ficticio y muy sencillo, encierra una gran lección. No todas las personas que tienen sueños en la vida logran realizarlos. ¿Por qué? Existen muchos factores externos que nos desmotivan y contribuyen a que tomemos decisiones equivocadas.

No esperes que otro lo haga

Ante todas las cosas, debes saber que tú eres el único responsable de lo que recibas de la vida. Por eso se dice en la Biblia, que “todo lo que te venga a la mano para hacer, hazlo con todas tus fuerzas” (Eclesiastés 9:10, parafraseado).

No busques razones para no hacer lo que a ti te toca. Renuncia a toda especie de quejas y esfuérzate por hacer, crecer y lograr.

¿Recuerdas la historia de Todo el mundo, Alguien, Cualquiera y Nadie?

Existía una importante labor para realizarse y “Todo el Mundo” estaba seguro de que “Alguien” lo haría.
“Cualquiera” pudo haberlo hecho, pero “Nadie” lo hizo.
A “Alguien” le dio coraje sobre eso, porque era trabajo de “Todo el Mundo”.

“Todo el Mundo” pensó que “Cualquiera” podría hacerlo, pero “Nadie” se dio cuenta que “Todo el Mundo” lo haría.

Todo terminó en que “Todo el Mundo” culpó a “Alguien” cuando “Nadie” hizo lo que “Cualquiera” pudo haber hecho.

Fin de la historia: no se logró hacer esa importante tarea.

Moraleja: si hay algo que hacer, hazlo tú. No esperes que otro te quite el privilegio de hacerlo. ¡Cumple tu sueño! ¡Hazlo tú mismo! Nadie lo hará por ti. Sé el arquitecto de tu propio destino. Deja que todo el mundo siga pensando a su manera, tú debes ser diferente a los demás, no te compares con nadie, no eres como cualquiera, aunque alguien crea que eres un fracasado, te quiero decir que, si ya aceptaste a Cristo en tu corazón, en realidad eres un hijo de Dios, nacido para triunfar.

El músico y compositor alemán, Ludwig van Beethoven, dijo una vez: “Haz lo necesario para lograr tu más ardiente deseo, y acabarás lográndolo”.

Algunos venenos letales contra los sueños

Muchas personas no consiguen realizar sus sueños porque los dejan morir y envenenarse con los sentimientos sombríos de fracaso. A continuación, mencionemos algunos venenos mortíferos que matan los sueños y destruyen las esperanzas de triunfo.

La crítica

En un diario de Ontario, Canadá, apareció el siguiente aviso:

“El lector quizá encuentre algunas erratas de imprenta en este diario. Tenga en cuenta que son intencionadas. Este diario trata de imprimir algo para todo el mundo y hay personas que siempre buscan las faltas”.

Winston Churchill ejemplificó integridad y respeto en la cara de la oposición.  Durante su último año de oficio, asistió a una ceremonia oficial.  Varias filas atrás de él escucharon a dos caballeros murmurando. “Ese es Winston Churchill.  Dicen que se está poniendo senil.  Dicen que debe hacerse a un lado y dejar que hombres más dinámicos y capaces dirijan al país.”  Cuando la ceremonia terminó, Churchill dio la vuelta y les dijo: “¡Caballeros, también dicen que está sordo!” (Barbara Hatcher, Discursos Vitales, Marzo 1, 1987).

La crítica y el chisme son unos de los venenos más desmotivadores para hacer realidad tus sueños.

“Chisme es el microbio más mortal.  No tiene ni patas, ni alas.  Está enteramente compuesto por cuentos y la mayoría de ellos tienen aguijones que pican y arden” (Morris Mandel. Bits & Pieces. Junio, 1990, p. 22).

Un soldado persa se ocupaba en denigrar al jefe supremo de sus enemigos: a Alejandro el Grande. Un capitán que le oyó, le amonestó: “Soldado: Se te está pagando para que luches noblemente contra Alejandro; no para que lo denigres”.

Cuando alguno venga a contarnos los defectos de otro hermano, digámosle: “Hermano: tú estás salvo de tales defectos para que luches noblemente en oración y con simpatía cristiana, no contra tu hermano, sino contra sus defectos”.

Muchos te criticarán porque no creerán en ti. Algunos sólo lo harán por causa de la envidia; otros, porque no reconocen el potencial que tienes para lograrlo. Aprende la lección de la ranita sorda. No prestes oído a los murmullos desalentadores ni a las burlas. Cierra tus oídos a las palabras necias, pero ábrelos a las palabras de los sabios. Escucha atentamente la voz de Dios, cuando aprueba tu lucha para convertir en realidad tu sueño.

Pesimismo

La estrella del basquetbol, Michael Jordan, dijo: “Si uno acepta las expectativas de los demás, especialmente las negativas, nunca podrá cambiar el resultado”.

Dos monjes iban caminando por el campo al atardecer; mientras caminaban, oraban y reflexionaban.
Un poco antes de acercarse a un río que tenían que cruzar, el cual no tenía puente para hacerlo, se les acercó una mujer muy guapa, pidiéndoles que le ayudaran a cruzar el río.

Uno de ellos, inmediatamente dijo que sí, mientras el otro lo veía con mirada de desaprobación.

El que se apuntó para ayudar a la bella mujer la subió en sus hombros y terminado el río la bajó de sus hombros, la mujer quedó muy agradecida con ese monje.

Los monjes siguieron su camino y el que no aprobó la decisión empezó a reclamarle al monje que ayudó a la mujer a cruzar el río acerca de su comportamiento: “¿Por qué subiste a esa mujer a tus hombros?, ¿no sabes que en el convento nos tienen prohibido mantener contacto con mujeres?”

El monje que había ayudado a la mujer no respondía a las preguntas del otro monje.

Siguieron su camino y el monje insistía en sus preguntas, a lo que el otro monje no respondía.

Poco antes de llegar al convento, el monje le volvió a cuestionar acerca de lo que había hecho y por fin el monje respondió: “Hace más de cuatro horas que esta mujer ya no está cerca de mi cabeza, pero sigue en la tuya. ¿Qué ganas con hacerte daño al tener en tu mente cosas del pasado?, ¿qué ganas con tener en tu mente cosas que a ti no te afectan?”

No permitas que el negativismo de los demás contamine tu alma. Mantén fuerte la llama de la pasión para cumplir tu sueño. Tampoco dejes que las opiniones de los demás la apaguen.

Tristemente, hay pésimas personas que sólo sirven para criticar tus acciones, aun cuando tus intenciones sean buenas. No dejes contaminar tu alma con el pesimismo de los demás. Actúa por convicción.

En su libro, Su mejor vida ahora, en las páginas 14 y 15, Joel Osteen nos dice la siguiente información:

Uno de los dichos comunes entre prisioneros norteamericanos con muchos años por delante en prisión es: “No hay nada en el futuro para ti”. Es una frase triste y sin esperanza, que les roba cualquiera esperanza que pudieran tener. “No tienes ninguna entrada monetaria; a tus hijos les da pena decir que son parientes tuyos; tu esposa ya no te visita y probablemente se divorciará de ti antes de que pases mucho tiempo; nada cambiará en tu vida. No esperes nada mejor. Estás recibiendo lo que merecías. No hay nada en el futuro para ti”.

Lo triste es que muchas personas que viven en libertad viven detrás de las barras que ellas mismas han colocado en su vida, y se han sumido en las mismas maneras de pensar: “Esto es lo mejor que puedes esperar. Nunca mejorarás, así que mejor cállate, siéntate y sopórtalo”.

¡No! ¡Tú puedes salir de esa prisión! La puerta no tiene seguro, y si lo tuviera, recuerda que cada puerta tiene una llave, búscala y sal de tu aprisionada manera de pensar. Espera que lleguen cosas buenas a tu vida y comienza a creer que Dios tiene un futuro grandioso esperándote. ¡Sí! Dios tiene cosas buenas por delante para ti. Abandona cualquier sentimiento de pesimismo. Hay un sueño que espera por ti para que lo cumplas. Si lo logras, sólo así sentirás verdadera satisfacción, y llegarás a creer con mayor convicción de que tu vida no ha sido en vano.

Stephen Crane ha dicho algo muy significativo: “El que puede cambiar sus pensamientos puede cambiar su destino”. Deja de pensar negativamente, y piensa en grande, en positivo y en victoria.

Sueños irrealistas

“Mamá, cuando yo sea grande, voy hacer una escalera tan alta que llegue al cielo para ir a coger estrellas. Me llenaré los bolsillos de estrellas y de cometas, y bajaré a repartirlas a los chicos de la escuela. Pero a ti voy a traerte, mamita, la luna llena, para que alumbres la casa sin gastar en luz eléctrica”.

Tener anhelos en la vida nos motiva a ser soñadores, pero debemos saber que nuestros sueños deben ser realistas, no ilusorios ni fantasiosos. “Hay que tener aspiraciones elevadas, expectativas moderadas y necesidades pequeñas” (H. Stein).

Si tú eres una persona real, tus sueños deben ser reales para poderlos realizar. Tus metas deben ser alcanzables, porque, de no ser así, sencillamente, morirás en la oscuridad de la frustración. Mide tus fuerzas, tus capacidades, tu amor y tu interés por lograr alcanzar algo o convertirte en alguien. Sé realista con lo que te desafíes a ti mismo. Cumple tu sueño con alegría.

El estancamiento

Poseer un sueño, y no salir a su encuentro en la vida, es como un barco fuera del agua. Está estancado, y sin necesidad de ancla, simplemente, le es imposible navegar los mares que le esperan.

Y peor aún, si no tienes un sueño en la vida, te compararé a un automóvil sin tener a alguien que lo conduzca; sin llantas y sin motor. ¿De qué sirve que sea un auto? ¿Del último modelo? Si no tiene estos elementos, no cumple su función. Está, simplemente, varado. Así es la vida de quien no posee un sueño.

El estancamiento es otro veneno que asesina los sueños. Quien ha logrado algo en la vida y se conforma con eso, deja de crecer. Se estanca, se enferma, y finalmente muere. Quizá esto que te estoy diciendo lo pueda explicar mejor ilustrándotelo con el agua que pasa por las tuberías. Imagínate, ¿qué pasaría si el agua se estanca y dejara de correr? Ésta se ensuciaría con mucha facilidad, luego empezaría a desprender un olor desagradable porque habrá iniciado un proceso de putrefacción, y finalmente, cuando el agua ya esté podrida, sencillamente no servirá para los usos domésticos, ni para tomar, ni para ningún uso higiénico. Sencillamente esa agua, no servirá más.

Eso mismo puede pasar con la vida de quien se estanca en el camino. Empieza a perder algunas habilidades, se entorpece y deja de crecer. El estancamiento no te lleva a ningún lado. El estancamiento es sinónimo de pérdida, fracaso y muerte. Y seguramente, tú no quieres morir sin haber hecho realidad tu sueño.

Debes correr como el agua fresca de un arrollo y cumplir la misión de tu vida. Hazlo con convicción, como quien ha sido llamado por Dios para cumplir una misión en esta tierra. Recuerda que Dios tiene un plan para tu vida.

No tengas bajas expectativas, porque te atraparán en la mediocridad. Cultiva pensamientos de victoria, de abundancia y de esperanza; pensamientos buenos, puros, excelentes y nobles.

Eleva tu nivel de expectativa; comienza a visualizarte recibiendo los laureles del éxito. Espera los favores de Dios en tu vida y confía en su grandeza y poder.

Después de alguna caída, que ciertamente puedas tener, levántate y enfrenta cada día con entusiasmo y fe en Dios. No olvides que Dios tiene un plan para ti. No te estanques. Prosigue adelante.

El conformismo

Muchas personas se conforman con lo muy poco. Tú, no te conformes con lo que tienes, ni con lo que haces y piensas. Mira el siguiente pensamiento:

Haced más que oír: atended.
Haced más que atender: comprended.
Haced más que pensar: ponderad.
Haced más que hablar: decid algo.
Haced más que existir: vivid.
Haced más que sentir: socorred.
Haced más que mirar: observad.
Haced más que leer: asimilad.

No te conformes nunca con lo que tienes, ni con lo que eres, mucho menos con lo que sabes. Hay muchas cosas más por descubrir en la vida, hay mayores alturas a las que se puede elevar el alma, y, existen nuevos terrenos por recorrer en la vida. Hay más para explorar; hay más para conocer. También puedes llegar a ser mejor cada día, pero todo depende de cuán dispuesto estés a conseguirlo.

Crece cada día

Debes asumir el reto de crecer cada día. Adquiere compromiso con la vida, con Dios, con tus semejantes. Adquiere un compromiso contigo mismo de crecer cada vez más. No te quedes en el sitio en que te encuentras. Avanza, crece, sigue adelante. Sólo así podrás avanzar para hacer tu sueño una realidad.

Hay algo importante que debes observar, y es que la vida es linda y demasiado corta como para desperdiciarla en asuntos triviales que no contribuyen en la realización de tus sueños. Debido a que la vida es efímera, tienes poco tiempo para alcanzar tus metas y hacer realidad el sueño de tu existencia.

Inicia lo más temprano que puedas. Si te esfuerzas desde el principio, tendrás recompensas mucho más satisfactorias que las que consigas si empezaras tarde en la vida. Recuerda que nunca se es demasiado joven como para empezar a perseguir un sueño. De hecho, las personas triunfadoras tienen una historia que señala sus esfuerzos iniciales desde muy temprano en la vida. Esto no significa que no haya un lugar de triunfo para los de mayor edad, pero es obvio decir, que entre más temprano inicies, mayor será tu satisfacción de logro.

Tómate tiempo para afilar el hacha

Dos hombres se dedicaron un día entero a cortar leña. Uno de ellos trabajó sin detenerse a descansar, y juntó una pila de leños bastante grande. El otro lo hizo durante lapsos de cincuenta minutos, con otros intercalados de diez minutos en los que descansó. Al terminar, sin embargo, tenía una pila de leños mucho mayor.

– ¿Cómo pudiste cortar tanta leña?– le preguntó el hombre que trabajó sin descanso. Esta fue la respuesta: “Mientras descansaba, afilaba el hacha”. (Thomas Welch).

Afilar el hacha, es lo mismo que recobrar fuerzas, renovarse, volver a contemplar la visión, acariciar constantemente tu sueño y no perderlo de vista; es detenerse en medio de la rutina de los quehaceres cotidianos, darse un espacio, pero no para desperdiciarlo en la inactividad, sino para afilar los buenos ánimos de alcanzar tu sueño en la vida.

Si necesitas retirarte de tus actividades normales por un momento, y si necesitas darte un espacio y un tiempo para renovarte, hazlo, porque esto puede marcar la diferencia en la realización de tus objetivos. Date una oportunidad de renovación. Recupera tus fuerzas, vuelve a tener la visión del inicio. Pero eso sí, no te quedes allí, regresa a tu trabajo, con una visión de mayor alcance, con fuerzas restauradas, con ganas de convertir tu sueño en realidad.

Descubre tu potencial

-Vengo maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no hago nada bien, que soy torpe y todos me rechazan. ¿Cómo puedo mejorar?, ¿qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después… -Y haciendo una pausa agregó: -Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y tal vez después te pueda ayudar.

-E… e… encantado maestro -titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

-Bien -asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba puesto en el dedo pequeño de la mano izquierda y se lo dio al muchacho, agregando: -Toma el caballo que está ahí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara, hasta que un viejito se tomó la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

Después de ofrecer su joya a todo el que se cruzaba en su camino, y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Entró a la habitación, donde estaba el maestro, y le dijo:

-Maestro, lo siento, pero no es posible conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que pueda engañar a nadie respecto al verdadero valor del anillo.

-Qué importante lo que dijiste, joven amigo-, contestó sonriente el maestro -Debemos primero saber el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. Quién mejor que él para saberlo. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. No importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven llegó a la joyería, el joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó, y luego dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

-¡¿58 monedas?!- exclamó el joven.

-Sí, -replicó el joyero -yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente…

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo.             -Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

Y, ¿sabes quién es el ojo experto con quien descubrirás tu verdadero valor? Dios. Si ante los ojos del Señor, tú eres valioso y muy estimado por él, entonces no te subestimes. Y como alguien valioso, también posees, junto con tu precio, ricas y grandes habilidades, sólo trata de descubrirlas y ponerlas en práctica. Esto te llevará a estar entre los grandes y triunfadores.

Otro elemento esencial para lograr tu sueño es conocer tu potencial y actuar sin limitaciones. No subestimes tu propio potencial ni te pongas limitaciones. Bien lo decían Robert J. Kriegel y Louis Patler, autores de Si no está roto, rómpalo (If It Aint’t Broke, Break It): “Cuando alguien busca cumplir su sueño, sobrepasa sus aparentes limitaciones. El potencial que existe en nuestro interior es ilimitado y sumamente inexplorado. Cuando se piensa en límites, se los crea”.

Trata de descubrir el potencial que hay en ti, y cuando lo hagas, da lo mejor de ti. En lo personal, creo que tienes más para dar, más para explotar en tu vida. Tienes habilidades que aún no has descubierto. Sólo empieza la búsqueda de ellas en cada elemento que te permita descubrirlas. Pero cuando descubras tus habilidades y tu potencial, entrégaselos a Dios, porque es mejor éstos en las manos de Dios que en las tuyas, y sólo así podrás hacer cosas extraordinarias.

Crear oportunidades

Por último, quiero decirte que debes aprender a crear oportunidades. No esperes que las oportunidades vengan. Si lo haces, el tiempo pasará, y tu sueño sólo será un sueño. Asume riesgos y sé un creador de oportunidades. Cuando las hayas creado, aprovéchalas al máximo. No esperes ningún estímulo externo para hacerlo, motívate a ti mismo. Sé de motor propio, no esperes que otro tenga que empujarte para poder avanzar.

H. W. Arnold dijo: “La peor derrota de una persona es cuando pierde su entusiasmo”. ¡Oye!, ¡despierta! Date una palmadita y sal al encuentro de tu sueño. Debes crearte las oportunidades, aun cuando otros nublen la visión de tus posibilidades para alcanzarlo.

Empieza visualizando en tu mente lo que quieres llegar a ser en tu vida y lo que deseas conseguir, con la bendición y dirección del Creador. Permítete tener una visión de victoria y date la oportunidad de crecer a otro nivel. Recuerda el siguiente principio: Caminamos hacia lo que visualizamos en nuestra mente. Si ahora no puedes ver tu sueño, lo más probable es que nunca ocurrirá en tu vida.

Sin embargo, no te quedes desde lejos viendo tu sueño, ni simplemente deseando alcanzarlo. Wodleott decía: “Somos muchos los que perdemos la mitad de la vida en desear cosas que podríamos alcanzar, si no perdiéramos la mitad del tiempo en desearlas”. Así es, no basta con desear algo, sino en luchar por conseguirlo.

Si tienes deseos de triunfo, tienes buenos deseos. Pero ahora debes aprovechar cada oportunidad que se te presente para triunfar, y si no vienen esas oportunidades, procura crearlas tú. Es más, te aconsejo que no esperes oportunidades en la vida, sino fórmalas tú, a tu propia manera, mediante la dirección sabia de Dios.

Luchar por alcanzar los sueños en la vida no es cosa fácil. Requiere de esmero, dedicación y disciplina. Si cada uno de estos consejos que te he escrito los cumples con fidelidad, ten por cierto que, tarde o temprano, tu sueño será una realidad.

Para que tus sueños se cumplan, debes estar, primeramente convencido de que Dios tiene grandes propósitos para ti. El sueño que Dios tiene para tu vida es mucho más grande y mayor de lo que te puedas imaginar. Pero él prefiere que los vayas descubriendo a medida de que avances en la ruta de tu vida, porque si te los mostrara todos hoy, estoy seguro de que no los podrías asimilar.

Si Dios ha puesto ya un sueño en tu corazón, y te presenta oportunidades para alcanzarlo, ¿luchas confiadamente con fe, sabiendo que puedes lograrlo porque Dios te está llamando a la victoria?

O quizá, te arrinconas con miedo al fracaso, y dices: “Eso es demasiado grande para mí. No soy capaz. No puedo. Nunca podría hacer eso”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario